Raúl Contreras Flores
Vamos por partes. La brutal paliza propinada por Morena-PT-PVEM a sus adversarios políticos del PAN-PRI-PRD el pasado domingo -“haiga sido como haiga sido”, famosa frase del ex presidente Felipe Calderón-, gracias a la alta aprobación de la que aún goza el titular del Ejecutivo federal, Andrés Manuel López Obrador, se dio en todo el país y no exclusivamente en el estado. En efecto, nadie se hubiera imaginado la catastrófica derrota infligida a la alianza política dirigida por el empresario Claudio X. González, quien impuso a una de las peores candidatas presidenciales, y no es cuestión de género, porque, sin duda, Beatriz Paredes Rangel hubiera desempeñado un papel más digno, acorde a la investidura que se pretendía obtener.
Por lo tanto, el voto emitido por miles de tlaxcaltecas fue para refrendar su apoyo al proyecto político del tabasqueño, ahora en manos de la virtual Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, y no precisamente en favor de la ex priista Lorena Cuéllar Cisneros.
Lamentablemente, el llamado a votar “en línea”, sin reflexión ni análisis, regresará a impresentables diputados con licencia a formar parte de la próxima LXV Legislatura local al lograr su reelección, así como otros legisladores que ahora encabezarán presidencias municipales, a los que se suman cuestionados ex funcionarios del gobierno lorenista, como es el caso de Alfonso Sánchez García -hijo del ex gobernador Alfonso Sánchez Anaya, y esposo de la diputada plurinominal con licencia, Marcela González Castillo-, quien, con observaciones en el manejo de los recursos durante su breve paso como secretario de Infraestructura, específicamente en los casos de los jardines sembrados en el cauce del río Zahuapan y la construcción de las “playas” para el fracasado mundial de voleibol playero, se convertirá en el próximo presidente del municipio capitalino.
El exitoso voto “en línea” promovido desde la dirigencia nacional de Morena, y no mérito de la local, contribuyó a modificar la geografía política en beneficio de la mandataria estatal, ya que aumentó el número de municipios que serán gobernados por el partido guinda, además de obtener el triunfo en los 15 distritos, uno de los cuales “representará” la ex maratonista Madaí Pérez Carrillo, improvisada “política” cuyo mayor mérito quizá lo sea el haber aparecido en las miles de imágenes promocionales del citado mundial de voleibol; por cierto, actualmente investigado por el presunto desvío millonario de recursos cometido por las autoridades de la Conade que encabeza la funcionaria del gobierno federal señalada como la más corrupta, la ex velocista Ana Gabriela Guevara.
Por otra parte, los objetivos económico-político-sociales que se persiguen en bien de la nación con el proyecto de la llamada Cuarta Transformación, nada tienen que ver con los que se ha marcado el gobierno de Lorena Cuéllar Cisneros, un gobierno insensible, alejado de los reclamos urgentes de los tlaxcaltecas, envuelto en la máxima salinista de “ni los oigo, ni los veo”, y ahora con más poder que el pueblo inconscientemente le dio en el ámbito local.
Sí, es innegable, Morena también arrasó en Tlaxcala, pero, insisto, el elector no votó para que siga la corrupción, la impunidad, el nepotismo, el abuso de poder, la opacidad, ni la banalidad ni la fastuosidad ante tanta pobreza. Tampoco votó por un Congreso que siga sumiso al servicio de la titular del Ejecutivo local.
Si tan segura, agradecida y empoderada se siente hoy la gobernadora, no debe existir ningún temor ni impedimento para someterse a una revocación de mandato, toda vez que se encuentra a escasos meses de cumplir la mitad de su mandato, ante lo cual ya es posible llevarlo a cabo.
Una cosa es el proyecto de nación lopezobradorista, y otro muy diferente el lorenista.