Ernesto Conde Paredes (El Senador Lagarto)
Eran hermosos esos veranos bohemios en la ciudad de Puebla, sintiendo que podíamos devorarnos en mundo con veinte y pocos años de edad. La juventud era radiante, la oposición al Sistema de entonces era poca, pero era valiente, organizada y leída.
Recuerdo las lecturas de Marx, Lenin, Trotsky, el Che, Fidel, Gramsci o Mariategui en mi casa, Filosofía y Letras, o en la facultad de ciencias físico matemáticas con la ayuda de economía.
Eran años combativos cuando compartíamos una copa, una cerveza o un café con música de Víctor Jara, Violeta Parra, Quilapayun o Silvio Rodríguez. Recuerdo a mí amigo el Gringo que venía cada año desde Austin Texas a hablar con nosotros sobre sus ideas liberales, el amor por México en especial por las mexicanas y su odio tan filial por Bush hijo. No sabes cuánto me gustaría ver su cara iracunda de ese viejo amigo Gringo ante las locuras y estupideces de Trump, que por mucho, ha dejado atrás a Bush.
Ha pasado tanto tiempo, ese tiempo que como dice mi papá, podríamos llamar los días de vino y rosas.
La lucha era organizada, así aunque fuéramos 20 o 30 locos izquierdosos, comunistas trasnochados, podíamos llenar el Paseo Bravo desde el Gallito hasta 3 o 4 calles con gente. Si, quizá no solíamos ser muchos, pero sabíamos gritar con rebeldía al ritmo que mi amigo Amat Shapiro podía llevar cantando “Soy del pueblo pueblo soy, y a donde me lleva el pueblo voy”. Carlos Puebla siempre se hacía presente en presente en las manifestaciones.
Éramos de acero. Resistíamos a los granaderos de Mario Marín y de Moreno Valle con singular valentía. No sabíamos que dolía más si esos golpes o los regaños de nuestras madres.
Ha pasado tanto tiempo, tantas luchas. Ahora 20 años después, tras tantas cuestas de enero, tantos recortes al poder adquisitivo, de tanto outsourcing, de flexibilidad laboral que solo beneficiaba a los capitalistas y sacrificaba a las clases explotadas, en resumen, después de tantas y tantas injusticias en pro de la barbarie capitalista, llego por fin el hartazgo.
En 2018 viví un día que jamás pensé llegar a vivir, como bien decía Labordeta, todos teníamos que empujar para forjar un futuro más justo, pero no todos teníamos garantizado llegar a vivir ese día. Y ese día, sorpresivamente llegó.
Gracias al hartazgo y a la rabia contenida de tantos y tantas que ya no queríamos más desempleo, pobreza y muerte, llegó el día en que el pueblo organizado dijo YA BASTA y en masa salimos a votar por un cambio, por el cambio que al fin podía ser el verdadero, aún a estas alturas estamos esperando el saber ello.
Juntos votamos y llenábamos largas filas en las casillas y comenzamos a soñar con tiempos mejores, con un cambio de paradigma tan radical que cimbraría a México desde lo más profundo y haría por fin que la sartén cambiara de dirección y al fin la tuvieran por el mango los explotados.
Ese día se está cumpliendo, lentamente, poco a poco. Es glorioso y bello ver ahora como los explotadores, los ricos, los conservadores, derechistas y reaccionarios son ahora los que salen a protestar, los que hacen manifestaciones aún más famélicas y pírricas que las nuestras. Al menos nosotros salíamos a marchar gratis, por la conciencia, la ideología digna y la ética, salíamos a marchar con la leyenda YO MARCHO POR LA PAZ, NO POR ORDENES DE RECTORIA, pero nadie nos pagaba por ocupar una tienda de campaña o por manifestarnos contra el presidente de los pobres y los explotados.
Si, el Presidente de las clases explotadas o en ascenso, que a muchos burgueses los tiene muriendo de cólera y ardor, de dolor por la pérdida de sus ambiciosos y egoístas privilegios que solo generaron pobreza, desempleo, dolor y desesperanzas de miles y miles de familias, incluidas las de mi amada tierra, mi Tlaxcala, tierra de Xicohténcatl y grandes héroes. Esa misma tierra que ahora ve al PRI, al PAN, al PRD y otros Partidos Satélites buscan hacer llevar a cabo una mega alianza para derrotar al “Comunismo”, ese “Comunismo” que de marxista, leninista o de comunismo mismo, no tiene nada. Si, se ha avanzado, pero aún estamos lejísimos de tener una verdadera democracia socialista, o incluso de ser un gobierno de izquierda pura, aún creo al igual que muchos coterráneos míos de planeta izquierdo, seguimos pensando que apenas somos un gobierno de zurdita, que es muy bueno, sí, pero que aún falta mucho para derrotar y destruir al Sistema Capitalista de opresión.
Sin embargo, aunque nadie de nosotros, de mis compañeros. Fuimos el Lenin, Fidel o Che mexicanos, si necesitamos unirnos de nuevo y luchar, luchar por cualquier escenario, uno donde la alianza de todas las derechas sea derrotada porque la gente tome conciencia que es más de lo mismo, que es más política de impacto, un talk show político donde PRI, PAN y el nuevo PRD demuestran que siempre han sido más de lo mismo, aliados de la misma ideología y política de explotación y de fomento a las estrategias neoliberales que desde 1973, al menos en América Latina, ha demostrado ser extremadamente dañino para las inmensas mayorías de trabajadores, jóvenes, indígenas, desempleados, mujeres, discapacitados, estudiantes y demás compañeros de causas. Ese sistema que ha destrozado a más del 90% de la población latinoamericana y que en contraste solo beneficia al 1% de la misma.
Debemos ponernos la casaca de lucha y prepararnos para triunfar o ser vencidos. Cualquiera de los dos escenarios podemos vivir. Uno sería derrotar al fascismo unido con todas las derechas conservadoras porque la conciencia de las mayorías ya está madura y lista para ejercer mejor su derecho primigenio a la democracia. O como en el ejemplo de la Guerra Civil Española o el Golpe Militar de Chile donde, es de valientes admitirlo, la división y el egoísmo de la izquierda misma nos llevaron a la derrota porque al contrario de nosotros la unión y solidaridad de las derechas los llevo al triunfo.
Sea como sea el escenario debemos unirnos y prepararnos. Y no dejar de luchar cada palmo de territorio en Tlaxcala y todo México, cada pedazo de territorio defenderlo con el alma, y como nos enseñó Marx, Lenin, Trotsky o el Che, nunca dejar de educar al pueblo, de hacer propaganda y sembrar conciencia en los oprimidos, todos los días, no solo en jornada electoral, para que con ello, como nos enseñó Eduardo Galeano, no volver a ser invisibles, como lo fuimos por más de 30 años ante la derecha conservadora neoliberal que ahora con su alianza de talk show quiere regresar a Tlaxcala y a México al pasado del cual nos ha costado tanto deshacernos.
Hoy es el tiempo de ser héroes anónimos, es momento como dijera Víctor Jara… Hoy es el tiempo que puede ser mañana.