Por Isael Pérez Olivier
La historia de la administración cómico política que encabeza la segunda mujer más votada de toda la historia del mundo mundial, está cada vez más cerca de su final. Y como ocurre en estos casos, su protagonista Lorena Cuéllar Cisneros, trata por todos los medios de resistir los embates de la cúpula del poder político nacional hasta el último momento y no solo por haberse tomado una fotografía con un presunto líder de un grupo delictivo en un evento privado o por seguir negando la presencia del crimen organizado en Tlaxcala, sino también, por su descrédito a nivel nacional, primero por confrontar el análisis delictivo de la estrategia de seguridad planteada por el secretario Omar García Harfuch, y luego, por incongruente, por haber adquirido una decena de camionetas de lujo blindadas para el uso exclusivo de su familia con recursos públicos; además, de la estrepitosa caída que registra su imagen en las encuestas de percepción ciudadana; por último, y no por eso menos importante, por el innegable cochinero administrativo que ya le fue observado por la Auditoría Superior de la Federación, al no poder justificar 880.5 millones de pesos, correspondientes a los dos primeros años y cuatro meses de su gestión gubernamental.
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