Por: Felipe Lastra
Así escribió Antonio Plaza en La Voz del Inválido: más de un siglo después de la muerte del autor, sus palabras me recuerdan a la ambivalente relación que sostiene el presidente electo con el sector privado. Mientras un día destruye el proyecto de infraestructura más ambicioso del México moderno, al mes siguiente decide crear un consejo de asesores en el que figura Carlos Hank González, esto sin olvidar la barbarie legislativa con la que MORENA pretende someter a quien se le ponga enfrente, ya sea la banca o lo que queda de la oposición.
En las últimas semanas, el índice de Precios y Cotizaciones de la BMV registró una caída del 4.20% tras anunciarse la cancelación del NAIM en Texcoco y posteriormente un desplome de más del 8% en las acciones de los bancos más importantes del país tras presentarse la iniciativa ante el Senado de la República que pretendía eliminar las comisiones bancarias.
Por otro lado, las contradicciones recurrentes entre lo que se propuso en campaña y lo que llevan a cabo la bancada de MORENA y el equipo de transición solo confunden más a la ciudadanía, tal es el caso del precio de la gasolina, del que se dijo varias veces que se reduciría y recientemente aseguraron que este sería fijado en términos reales, es decir, únicamente tendrá incrementos nominales conforme a la inflación.
El peor enemigo de la clase empresarial es un gobierno que socava sus inversiones con decisiones autoritarias que atentan contra la libertad del mercado y que, con su retórica polarizadora, recurre a la confrontación de los sectores de la sociedad; este malabarismo político, del que son víctimas los empresarios mexicanos, es quizás el método perfecto para tranquilizar a los que apostaron por un cambio verdadero y que, a cambio, han recibido excusas plagadas de acusaciones contra la iniciativa privada.
Las señales de enemistad que transmite Andrés Manuel exceden por completo los esfuerzos por apaciguar el enojo de la cúpula empresarial y esto resulta peligroso para el crecimiento del país puesto que, en la actualidad, es irresponsable suponer que el comportamiento de las fuerzas económicas está subordinado a las instrucciones del Ejecutivo Federal y peor aun, es impensable que la continua confrontación entre los motores de la economía, los hogares y las empresas, traiga consigo una mejora en las condiciones económicas; después de todo, son los empresarios los que pagan los sueldos de los trabajadores y son los trabajadores los que consumen los productos de los empresarios.
Felipe Lastra, es estudiante de economía y finanzas de la Ibero Puebla.