Por Alex Nava
Hablar de la mujer y de su belleza implica ver entornos sociales y políticos, así como su destacada participación en el mundo como científicas, médicos, deportistas, políticas, entre otros, y por último y más importante en el orden social, como base de la familia nuclear implica un trabajo magistral, pero ¿qué pasa cuando esa mujer no se siente aceptada, tanto por ella misma como por los grupos sociales que la rodean?
En el filme La Sustancia de la directora Coralie Fargeat y con una mágnifica… MAGISTRAL fotografía de Benjamin Kracun (la cual creo será galardonada con varios premios, incluido el Oscar), manifiesta una posible realidad alterna de cómo las mujeres (y también hay que considerar a los varones) se pueden desquebrajar en un mundo de belleza femenino que ha sido objeto de manipulación, deseo y cosificación no solo dentro de la industria televisiva o cinematográfica, sino también en varios dominios sociales, políticos, deportivos y hasta culturales.
En el inicio de una etapa particular de la edad adulta caracterizada por arrugas e imperfecciones que ningún elixir o encantamiento puede erradicar, obliga a las mujeres a buscar activamente alternativas necesarias para reafirmar su juventud y belleza. Si bien hay indicios de transformación emocional y mental, los hombres siguen dominando la esfera que aparentemente, intentan alterar las normas vigentes para evitar una reacción violenta, posiblemente en redes sociales, pero, en última instancia, la empatía superficial entre los géneros sigue siendo predominante.
La directora propone una profunda reflexión sobre la identidad, la aceptación social y los efectos de la obsesión con los estándares de belleza y juventud, utilizando elementos de horror corporal y metáforas visuales, que a través de una narrativa cargada de simbolismos y tensión psicológica, aborda temas universales como el paso del tiempo, el auto-rechazo, y la lucha por encontrar aceptación en un entorno superficial y competitivo.
La idea de la identidad incompleta se relaciona con las teorías de Erik Erikson (1993) sobre las crisis de identidad en el desarrollo humano. Plantea que las personas enfrentan una lucha constante por equilibrar su “yo actual” con la idealización de lo que fueron o quisieran ser. En La Sustancia, la protagonista experimenta una autocrítica destructiva que deriva en una lucha contra el envejecimiento y el cambio físico, elementos que evocan la negación del tiempo como un intento desesperado por recuperar una versión idealizada de sí misma.
La preocupación por la validación social y las normas estéticas impuestas externamente constituye un tema fundamental dentro de la narrativa cinematográfica. A menudo se afirma que “el espectáculo debe continuar”, lo que se resume en las actuaciones de los reality shows (como Acapulco Shore) que propagan estereotipos arraigados de personas “atractivas” y que están representadas en el mismo dominio fílmico (y cabe destacar que no criticamos a Barbie, dirigida por Greta Gerwig), lo cual es fundamentalmente superficial y su objetivo principal es lograr la aceptación social. Además, es habitual que estos productores prioricen la recuperación de su desembolso financiero, enfatizando la necesidad de distinguirse y seguir siendo relevantes dentro de la esfera competitiva de la industria del entretenimiento.
Pierre Bourdieu (1984), analiza cómo las representaciones sociales influyen en los individuos, forzándolos a adoptar comportamientos y apariencias que les aseguren reconocimiento y estatus. En el filme se refleja este fenómeno, mediante el uso de metáforas visuales en un entorno narrativo que critica social y culturalmente la superficialidad de los estereotipos y de estos los reality shows de los que hablamos, donde prevalece una necesidad insaciable por la validación externa pública.
La película aborda la lucha interna de la protagonista desde una perspectiva de género. Simone de Beauvoir (1949), en su obra El segundo sexo, argumenta que las mujeres a menudo se ven reducidas a su apariencia física en una cultura patriarcal, y es ahí donde la magistral directora amplifica esta tensión mediante el uso del horror corporal, mostrando cómo la protagonista intenta resistirse a la descomposición física mientras se enfrenta a las expectativas de lo “femenino joven” versus lo “masculino viejo”, su interior y exterior mórbidos se manifiestan en contra de su propio yo, al no ser aceptada ni por ella misma, el espejo es el reflejo de lo que no quiere ver y de que quiere ver, es el instrumento que refleja la realidad.
Julia Kristeva (1988), en su teoría de lo abyecto, sugiere que aquello que rechazamos es también parte de nosotros mismos, es necesaria una confrontación para la autocomprensión, y en ese sentido, la aceptación final de la protagonista en su naturaleza “monstruosa” puede interpretarse como una respuesta al rechazo de la sociedad hacia lo diferente. Pero también puede entenderse como una invitación a abrazar nuestras imperfecciones y aceptar la inevitabilidad del tiempo.
En la última parte del filme se ve un seno que sale de la “deformidad” de la coprotagonista, esa alegoría puede plantear un renacimiento, y aunque en la película no se demuestra, esa regeneración es la que sale muy mal pero que se plantea subjetivamente desde los bajos instintos del género gore.
Jean-Luc Nancy (2021), autora del libro: La deconstrucción del sexo, en una entrevista para una revista francesa, se le cuestiona que su obra (hablando de los senos) es un aspecto masculino, y que de hecho la vida comienza por el seno. Freud escribe sobre el tema de la identificación en: Soy el seno. Este deseo primitivo está todavía expresado por Philip Roth en El pecho, la historia de un hombre transformado en una gran glándula mamaria, que ambos evocamos. A lo que ella (Jean-Luc Nancy), responde: “De una larga cita de Theodor Lipps, el teórico de la estética favorita de Freud. Lipps, que refleja sobre la empatía en relación con el cuerpo del otro, señala, en un apéndice, un caso muy raro: la empatía del hombre por los senos de las mujeres. Este texto de 1903 me llamó la atención, justo por el hecho de que en lugar de hablar de encanto, de atracción, Lipps habla de empatía. El hombre no necesita tener senos para sentir su exuberancia —del latín uber, ´fértil´— su desbordamiento, su generosidad. Esta hinchazón de la naturaleza, el hombre lo siente en sí mismo, frente a los senos de las mujeres”
En resumen, La Sustancia es un filme loco con características propias del género Gore, sino te gusta lo mórbido y la sangre a borbotones, no la veas, pero si te agrada, la disfrutaras. Las actuaciones de Demi Moore como Elisabeth Sparkle (que por cierto significa brillar en español) y de Sarah Margaret Qualley como Sue, son casi perfectas, y ni hablar del antagonista principal, Dennis Quaid que realiza su papel formidablemente.
Referencias
Bourdieu, P. (1984). La distinción: criterios y bases sociales del gusto. Taurus.
Beauvoir, S. D. (1980). El segundo sexo. Gallimard.
Erikson, E. H. (1973). Identidad y ciclos de vida. Frankfurt/M.
Nancy, J. L., & Rigal, E. (2020). Entrevista sobre Ser y tiempo. Apropiación de Heidegger.-(Pública folosófica; 14), 17-55.
Kristeva, J. (1988). Poderes del horror. Ensayo sobre la abyección. Columbia University Press.