Raúl Contreras Flores
En medio de un mar de especulaciones, ciudadanos apartidistas, militantes y dirigentes políticos esperan el desenlace final que habrá de tener la tragicomedia político-poselectoral protagonizada por los inverbes actores del partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), encabezados por su dirigente estatal, el ex priista Carlos Augusto Pérez Hernández; la ambiciosa villana, Marcela González Castillo; y la indefensa damnificada, María Ana Bertha Mastranzo Corona; bajo la dirección del ahijado impuesto como secretario de Gobierno, el morelense Luis Antonio Ramírez Hernández.
Como noveles actores de reparto se encuentran los emergidos del mundo naranja, los de la “nueva política” de Movimiento Ciudadano: Guillermo Jorge Hueyotlipan Barrón y la virtual lideresa fosfo fosfo en el estado, Sandra Aguilar Vega.
Y con la investidura de implacables verdugos, dispuestos a acatar las órdenes del Supremo Poder, aparecen los magistrados del Tribunal Electoral de Tlaxcala (TET), presidido por Miguel Nava Xochitiotzi.
Montaje teatral cuyos daños colaterales, con posibles repercusiones en la esfera político-social, no han sido medidos por los promotores de esta farsa.
Y es que con el muy probable reacomodo de las diputaciones plurinominales que habrá de realizarse en los partidos políticos, a partir de la revocación del triunfo que por mayoría relativa había obtenido Bertha Mastranzo Corona en el distrito 15, y que después de un “riguroso análisis” hecho por el TET a un documento -se dice, llegado de la Secretaría de Gobierno-, se decidió declarar ganador a Guillermo Hueyotlipan Barroso, algún diputado plurinominal electo también saldrá perjudicado, al abrirse el espacio para que Morena ocupe una diputación de representación proporcional.
Ante la presunción de que no habrá vuelta de hoja en la decisión tomada por el Tribunal de la Santa Inquisición Electoral de Tlaxcala, en conversación con compañeros de diferentes medios se debatía si la ambiciosa villana, la diputada plurinominal local con licencia, Marcela González Castillo, estará de regreso en el Congreso del estado, al ocupar la primera posición en la lista de candidatos plurinominales de Morena, o bien, peleará por ocupar la Secretaría de Turismo para mantener vigentes los grandes negocios empresariales del sector en beneficio de sus familiares y amigos. En cuyo caso, regresaría a su curul el gris e improductivo diputado local con licencia, Rubén Terán Águila.
Sólo que, en el guion de este dramón poselectoral, escrito al amparo de las ambiciones económicas y políticas de la realeza tlaxcalteca-morelense, dejaron de lado las reacciones que en determinado momento pudieran tener los simpatizantes y militantes de algún partido cuyo diputado plurinominal fuera desplazado, el cual podría encontrarse en las filas del Panalt, el PAC, incluso dentro del mismo PT en la persona de Maribel Cervantes Hernández, segunda en la lista de este partido; o alguna otra fuerza política, lo que provocaría una nueva crisis política en la entidad.
Dependerá de las instrucciones que, se presume, reciba el Tribunal de la Santa Inquisición Electoral de parte de quien en este asunto toma las decisiones en Palacio de Gobierno, y no precisamente es Lorena Cuéllar, así lo comentan experimentados periodistas.
Esto, que pareciera una novela de quinta categoría, es lo que sucede en la realidad política tlaxcalteca, las castas y realeza en todo su esplendor.