Raúl Contreras Flores
Más allá del protocolo y repetidas frases de cortesía que le fueron dirigidas a la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros, por parte del Presidente Andrés Manuel López Obrador y la virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum Pardo, en el evento realizado el día de ayer en el municipio de Yauhquemehcan, el cual habría marcado la despedida del titular del Ejecutivo federal más apreciado por la mayoría de tlaxcaltecas en la historia contemporánea, vale la pena detenerse a “leer” una imagen captada por la lente de César Rodríguez, publicada este día en primera plana por su casa editorial, El Sol de Tlaxcala.
No está por demás subrayar que las siguientes líneas no son más que una interpretación o “lectura” personal –basada en la semiótica-, de una imagen que, desde el punto de vista de la comunicación, tiene un significado relevante dada la relación directa que en un futuro próximo habrán de sostener ambas mandatarias desde su respectiva responsabilidad político-administrativa, es decir, federación-estado.
De acuerdo a lo observado en la imagen, podría decirse que el saludo no es ni formal ni amistoso; la forma en que se alcanzan a sujetar de las manos marca un claro ejercicio de poder de Claudia Sheinbaum; sujetar de esa manera le impide a Cuéllar Cisneros abrazar a la futura Presidenta de México. La jerarquía se hizo respetar, lo que va a existir son relaciones institucionales, los abrazos, besos y apapachos están por terminar.
Ante semejante contención, se alcanza a observar cómo la gobernadora tlaxcalteca presumiblemente hunde los dedos de su mano derecha en el cuello de Sheinbaum, quizá con la intención de inclinarla hacia ella, lo cual no le fue posible lograrlo.
En tanto que el brazo izquierdo de la doctora en ciencias permanece pegado a su cuerpo, sin la menor intención de abrazar a la ex priista.
Las miradas directas a los ojos marcan ventaja para la ex activista social y lideresa universitaria, un tanto por tener un cuerpo con mayor altura y, otro tanto, por mirar desde esa posición a quien le dio la espalda en la contienda interna morenista.
Las sonrisas, aunque forzadas, también son parte del protocolo.
Lo cierto es que Claudia Sheinbaum trae nuevas reglas bajo el brazo, y difícilmente permitirá que los gobiernos estatales emanados de Morena continúen traicionando los principios políticos establecidos por el aún presidente Andrés Manuel López Obrador.