Por Andrés A. Solis*
En las últimas semanas, en meses recientes de hecho, los medios nacionales han dado amplia difusión a sucesos violentos en diferentes partes del país; asesinatos colectivos en ciudades donde la presencia de grupos armados ha sido constante.
Hechos de violencia en Zapopan, Jalisco; San Miguel Totolapan; o Irapuato, Guanajuato, sólo por mencionar algunos, porque hemos visto este tipo de casos en Michoacán, en Zacatecas, en Veracruz, Estado de México y un largo etcétera.
Este tipo de sucesos no sólo alimentan el natural morbo de ciertas personas; también se han convertido en arma política para justificar posturas a favor o en contra de los diferentes grupos de poder, pero que en pocos casos ayudan a resolver el problema de fondo que es que la criminalidad controla una buena parte del territorio nacional.
En este ambiente es importante destacar el trabajo que medios y periodistas han hecho al respecto.
En sentido positivo, la mayoría de los medios y periodistas han sido medianamente prudentes y respetuosos de los derechos humanos al no difundir las imágenes de estos asesinatos masivos. Reproducir fotos y videos de estas escenas no sólo revictimizan a quienes sufrieron los ataques, sirven sólo para exacerbar y hasta hacer apología de esa violencia que no necesitamos ver.
Pero hay un espacio que muestra la falta de profesionalización del periodismo, porque en general lo que más se ha destacado de cada hecho sangriento son los detalles, los nombres y hasta las referencias de los supuestos autores materiales de los asesinatos.
Lo que ha faltado es contexto; han faltado hechos y datos que ayuden a poner en perspectiva el propio hecho violento con información que ya está ahí, porque la hemos tenido desde siempre.
Las crónicas de los medios sobre estos acontecimientos adolecieron de datos elementales como la ubicación del lugar de los hechos. No es lo mismo poner que fue en el municipio de San Miguel Totolapan, por ejemplo, pero no explicar en dónde está este municipio en el mapa; en qué región de guerrero, a qué distancia de la capital del Estado o con qué otros municipios colinda.
En los diferentes hechos de violencia faltaron referencias geográficas; faltaron datos de contexto sobre cómo viven las personas en estas localidades, cuál es su nivel de pobreza, sus índices de criminalidad; faltó dar datos confirmados sobre qué grupos políticos, sociales o criminales operan en estas partes del país.
Incluir esta información apenas retrasaría unos minutos la publicación de la nota y sin duda quedaría mucho más completa, profesional y entendible para la audiencia, pero la carrera por una primicia que no existe, hace que medios y periodistas sigan haciendo su trabajo a medias.
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*Periodista, autor del “Manual de Autoprotección para Periodistas” y de la “Guía de buenas prácticas para la cobertura informativa sobre violencia”. Conduce el programa “Periodismo Hoy” que se transmite los martes a las 13:00 hrs., por Radio Educación.