Lorena Cuéllar Cisneros, tras su craso error de haber invitado a un presunto delincuente a ser secretario de Seguridad Ciudadana, en la persona del Capitán de Fragata Alfredo Álvarez Valenzuela, hoy prófugo de la justicia; había ofrecido que el nuevo titular sería una mujer y de otro Estado del país. Señaló que ya evaluaba currículums, pero jamás advirtió que entre los posibles funcionarios, se encontraba un miembro del Ejército Mexicano. ¡Surprise!…
El miércoles de la semana pasada, es decir, el 27 de abril, extraoficialmente se dio a conocer el nombramiento del General de Brigada Raúl Ruiz García, al frente de la seguridad estatal. Fue una filtración a medios, que dejó desconcertados a propios y extraños. Un General de Brigada ya tenía el puesto, ya estaba nombrado y solo esperaba a que se oficializara el cargo. Y pocos o casi nadie sabía de eso. Top secret.
Tan fue así, que en la sesión de la mesa de seguridad estatal de ese mismo día, no se había tratado el tema, seguían abrazándose y felicitándose entre ellos por haber obtenido el segundo l ugar a nivel nacional en incidencia delictiva. Aunque la percepción ciudadana no esté de acuerdo con esa inmerecida posición, por absurda que resulta.
Maximino Hernández Pulido, fue el más sorprendido sobre la decisión anunciada por Ahora Infórmate y el Sol de Tlaxcala. ¿Cómo ves? Le preguntó a través de Whatsapp un columnista local, con quien este servidor departía el pan y la sal en ese momento.
Luego de unos minutos, respondió el mensaje, diciendo, “No. Al menos que yo sepa”. Una respuesta parca, seca, distante. No sé, pero me imagino que Max aturdido por la información no pudo articular más frases.
Y es que el puyazo lo había recibido no de la Gobernadora, sino de un compañero periodista que le informó que había dejado de ser el encargado de la seguridad en el estado, lo que más adelante confirmaría. Así, sin más consideraciones fue relevado de la responsabilidad.
Y no es que Max tuviera esperanza de ser ratificado en el puesto, no. Y menos después de lo acontecido en San Pedro Tlalcuapan, con el linchamiento de un joven, que provocó que la decisión de nombrar al nuevo titular se adelantara a lo previsto por la jefa del Ejecutivo.
Y menos aún, por el antecedente que cuestiona su actuar como director de la policía municipal de Tlaxcala y su lealtad a sus superiores.
Me refiero, como seguramente lo recordará Usted, al robo que se registró en el domicilio de su exjefa la exalcaldesa de Tlaxcala y también excandidata al gobierno del Estado Anabell Ávalos Zempoalteca, que él mismo presenció y del que los maleantes obtuvieron documentos personales de su entonces patrona y amiga.
Documentos, que luego utilizó para atacar a su contrincante, la actual Gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros, en un debate oficial de candidatos. Tal y como lo denunció públicamente la Senadora Minerva Hernández Ramos.
Entonces, nadie mejor que él para saber que no sería nombrado Secretario, porque es víctima de su propio éxito. Maximino Hernández Pulido está destinado a ser rey sin corona. Por más, que se la haya jugado con el proyecto de Lorena Cuéllar.
Pero regresando al tema del nombramiento del General de Brigada Raúl Ruiz García, como titular de la Secretaría de Seguridad Ciudadana en Tlaxcala, fue una doble sorpresa, primero, el saber que no sería una mujer, y luego, que es un militar de alto rango.
Y qué qué de malo hay en eso, Usted me preguntará amable lector, pues es que la historia de Militares en tareas de seguridad en nuestro país, deviene con violaciones a los derechos humanos en su actuar o bien, en la nueva realidad institucional de “Abrazos, no balazos”. Es decir, a los extremos opuestos, con resultados cuestionables para el goce de los derechos civiles, la paz y la tranquilidad que tanto añoramos.
¿Qué no me cree?. Entonces qué me dice del Capitán de Fragata, Alfredo Álvarez Valenzuela, a quien acusan de desaparición forzada, entre otras linduras. Sí, él es un claro ejemplo de lo que pongo a su consideración en esta entrega.
Y no es que nada me guste, siempre es digno de reconocer la labor de nuestras fuerzas armadas pero en otro tipo de tareas como en las de Seguridad Interior del país, que lo hacían y muy bien, pero no en las calles o en la Seguridad Ciudadana donde se deben reconocer y respetar nuestras garantías, derechos y libertades con apego a la Constitución y no a un criterio castrense.
No soy un especialista en temas de seguridad, ni pretendo hacerme pasar por uno, pero existen criterios de la Suprema Corte de Justicia de la Nación al respecto y una larga discusión a nivel nacional, sobre la incorporación de elementos de las fuerzas armadas en tareas de seguridad pública, que a decir de voces autorizadas, tienen que seguir un mando civil y no un militar.
A lo anterior se han sumado investigadores y catedráticos de diversas instituciones educativas y organizaciones nacionales e internacionales, que estudian el fenómeno delictivo y la seguridad pública, quienes advierten sobre el riesgo de militarizar las corporaciones policiacas; no obstante, Tlaxcala se suma hoy a los 8 estados de la República que han entregado su seguridad pública a un mando militar. Y sí, como lo pudo advertir, la mayoría son de Morena: Michoacán, Sinaloa, Baja California Sur, Colima, Guerrero, Morelos, San Luis Potosí y Tamaulipas.
Es el inicio de la militarización de la policía estatal, no lo sé, pero durante la presentación del Secretario de Seguridad Ciudadana, observé que lucía su uniforme de gala con pulcritud y gallardía, lo que de inmediato me hizo reflexionar: ¿a quién rendirá cuentas, a la Gobernadora o a la Secretaría de la Defensa Nacional?. ¿ Usted qué opina?. ¿Qué sensación le da?.
No se aparte de la idea de que el ADN de los militares es único, y si me lo pregunta, para ellos hay una sola cadena de mando y hasta donde sé, que en realidad es poco, no son las autoridades civiles.
Seis meses para tomar tan sesuda decisión. Un acierto u otro error de nuestra Gobernadora, pronto lo sabríamos.
Y no pasó ni una semana cuando los trabajadores de la Secretaría de Salud pusieron a prueba al jefe policíaco, al exigir su derecho al trabajo con el bloqueo de la autopista San Martín Texmelucan- Tlaxcala, a la altura del Trébol, lugar en el que se constituyó el grupo antimotines de la SSC.
Al frente del grupo de disuasión se encontraba el Comandante Guadalupe Ballesteros, quién invadiendo jurisdicción, por tratarse de una vía federal, tomó a dos de los inconformes como rehenes para negociar la apertura de la vía terrestre.
Y digo rehenes y no asegurados porque la policía estatal retuvo solo a dos de los cientos de manifestantes, que a decir del también jurista, supongo, cometían un delito federal. Amagó con ponerlos a disposición de la autoridad competente, pero decidió dejarlos en libertad. Nomás así y por sus fueros. Y aunque los encontró en plena flagrancia.
Ajá, cómo lo leyó Amable lector, Guadalupe Ballesteros tiene la facultad meta Constitucional de exonerar a los retenidos de un delito cometido en un fuero que no le compete, y aunque estuviera en el ámbito estatal, el mismo policía no puede liberar a presuntos “delincuentes” disfrazados de trabajadores de la salud. Por estos hechos el comandante Ballesteros violó y está confeso, el artículo 188, fracciones IV y V del Código Penal para el Estado Libre y Soberano de Tlaxcala.
Por cierto, Señor Secretario y las libertades y derechos a manifestarse de los empleados de la Secretaría de Salud, dónde quedan. No se confunda, ellos no son delincuentes. Los que Usted tiene que combatir siguen en las calles haciendo de las suyas.
Empezó con el pie izquierdo mí jefazo, o es que a caso, su llegada no es obra de la casualidad y trae la encomienda de sembrar caos y terror entre la población a quien juró cuidar y proteger. Nomás digo.
Por cierto, ¿la Diputada Blanca Águila Lima, hará algo al respecto o va a dejar que sus compañeros sigan siendo amedrentados por el recién llegado?.
Hasta la próxima…