La narrativa del nuevo gobierno tiene con un prólogo poderoso. La gobernadora electa: Lorena Cuellar lo mencionó de esta manera en sus redes sociales: “Ganamos esta elección con la voluntad de hombres y mujeres comprometidos con el #bienestar de Tlaxcala. ¡Gracias por darme la votación más grande de la historia de nuestro estado, 305 mil 468 votos!”.
El mensaje es de un triunfo contundente, y por tanto legitimado. El bono democrático con el que llega la ex superdelegada no lo tuvo ni uno de sus pasados antecesores, lo que significa que llega con altas expectativas. Este escenario es una espada de doble filo. Por un lado, el nuevo gobierno arranca con un escenario óptimo para trabajar, pues en lo político se reconoce la victoria, y en lo social, es claro que hay un alto nivel de aceptación ciudadana. Además, el gobierno de Marco Mena le ha dado todas las facilidades para una óptima transición. Pero, por otro lado, comenzará a sufrir la presión social de dar resultados pronto, principalmente, para superar la crisis económico-social por el Covid-19.
Como candidata de Morena, Lorena Cuéllar prometió la creación de empleos y un nivel de inversión privada sin precedentes. Por el bien de Tlaxcala, esperamos que así lo haga. Seguramente, la experiencia acumulada de varias décadas de trayectoria política será útil para cumplir esa promesa, así como los encuentros que está sosteniendo con actores de la vida política nacional, con quienes ya compromete apoyos para el estado. Sin embargo, valdría la pena que se mirara en el espejo de pasados gobernantes para decidir lo que mejor conviene a su mandato. Veamos, por ejemplo, el caso del gobierno de: José Antonio Álvarez Lima, quien integró un gabinete con personajes de alto nivel, pero no eran de Tlaxcala. Esta situación generó celo en la clase política local, y a la postre generó desgaste. Su gobierno no se caracterizó por grandes obras, pero sí por una relevante labor social. También, por haber dado lugar a la primera transición democrática en el estado.
El gobierno de Alfonso Sánchez Anaya llegó con los colores del PRD, y fue punta de lanza de una constante efervescencia política, ocasionada por una clase política que se resistió a la primera gran derrota del PRI en Tlaxcala. Su estilo autoritario le provocó conflictos con los poderes Legislativo y Judicial, los cuales intentó controlar, pero sin éxito. Además, también tuvo un encontronazo con los medios de comunicación, para quienes no pasó por alto el llamado “Decálogo de la Ignominia”. La desmedida ambición de poder, dividió al perredismo, que no pudo refrendar el triunfo con el tristemente célebre “proyecto dinástico”.
Ya con el gobierno federal en manos del PAN, en 2004 el proyecto de la Alianza Ciudadana, basado en una gran coalición de partidos, permitió el triunfo de Héctor Ortiz, quien supo mantener un control político del estado a partir de las negociaciones con su oposición. Fue en su sexenio cuando se creó el PAC, partido que condensó su fuerza política, mismo que aún pervive. También el PAN vivió su mayor época de auge, tal y como el PRD lo vivió durante el sexenio anterior. Pero éste no se pudo sostener, por la imposición que a nivel central hubo de la candidata a la gubernatura para la elección de 2010. El respaldo de los gobiernos federales panistas le dio un impulso importante al estado, porque hubo mayor disponibilidad de recursos. Tocaría al siguiente gobierno estatal hacer señalamientos de excesos e irregularidades sobre el destino de tales recursos, principalmente por varios proyectos inconclusos, como la central de abasto y la plaza bicentenario.
El gobierno de Mariano González Zarur, significó el regreso del PRI al gobierno estatal, escenario que también ocurriría unos años más tarde a nivel nacional. Sin embargo, el apizaquense llegó con la espada desenvainada. A pesar de su experiencia política, decidió confrontarse con su antecesor, lo que le generó desgastes en su relación con propios y extraños. Su estilo autoritario, como el de Sánchez Anaya, generó resquemores que opacaron sus logros como gobernante. Estuvo pendiente del trabajo de su gobierno, a través de recorridos por la entidad. Desarrolló muchas obras importantes, hubo atracción de empresas y empleos. Logró estabilidad y gobernabilidad. Todo eso le alcanzó para poner sucesor, pero pasó a la historia como gobernante duro y mandón.
Y ciertamente, el gobierno de Marco Mena dio continuidad a sus líneas generales de acción. Su perfil académico es el más alto que se haya visto hasta ahora. Con una maestría en la Universidad de Chicago, llevó a cabo proyectos como el programa “Supérate” y “El programa estatal de Becas”. Con un estilo pragmático administró el estado, al que le dio una proyección nacional importante. Según las encuestas, es uno de los gobernadores con niveles de aceptación importantes, y en buena medida, se debe a su carácter sencillo y afable. Sin embargo, a diferencia de su antecesor, gobernó desde la capital. No recorrió los municipios durante su sexenio, y eso lo alejó del pueblo, que no conoció de primera mano los logros de su gobierno.
Ahora, Lorena Cuéllar tiene la posibilidad de aprender de cada uno de los gobernantes que la antecedieron. Debe gobernar para todos, no para unos cuantos. Tiene que hacer equipo con los tlaxcaltecas, más que con perfiles ajenos al estado. Debe colaborar con el gobierno federal, pero también con los poderes y los municipios. Tiene que aprovechar el presupuesto para cumplir las prioridades sociales, pero también plantear proyectos trascendentes que marquen su gestión. Su estilo de liderazgo es carismático, su contacto con la gente es permanente, su línea de trabajo ha sido dictada por el proyecto nacional de la 4T. Realmente, la próxima gobernadora tiene todo para trascender y hacer historia. Esperemos que se enfoque más en las soluciones que en los conflictos.
Por cierto, hablando de cambios, en la sección 31 del SNTE, llevan más de un año de campaña Cutberto Chávez y Arturo Morales, para llegar a la Secretaria General, sin duda dos propuestas con diferentes matices, pero creo con un mismo objetivo: defender los derechos de los más de 16 mil trabajadores de la Educación que forman este sindicato. La próxima semana analizaré los perfiles de los dos candidatos y el papel que juega el magisterio en el rol de la sociedad Tlaxcalteca.