Ana Alba
Esta es una historia de terror, de fantasmas que persiguen la existencia de los vivos, decidida a matar a todos los que peleamos día con día por sobrevivir en este país. Es más que un espíritu, en realidad un cadáver que arrastramos todos los mexicanos guiados por un fúnebre titiritero. Pero no, no es ninguna leyenda, es la realidad que México debe entender y temer, pero los mexicanos no somos miedosos, al contrario, somos valientes, fuertes, resilientes.
Este cadáver tiene nombre: Petróleos Mexicanos; y su títiritero, no sólo tiene nombre, también apellido, pero no hace falta mencionarlo, porque ustedes ya saben quien. No se malentienda, PEMEX en su momento fue causa de crecimiento económico, como todo adulto, tuvo su florecer, pero no hicimos caso a su perecer, envejeció y murió lentamente, hasta ser hoy lo que es, un vil cadáver, misma circunstancia que su titiritero se rehúsa a comprender.
México es un país libre, democrático, un país en el que se debe tener acceso a la información sobre las decisiones que toma el gobierno, todo esto en teoría. En teoría la Constitución mexicana es la máxima ley en nuestro país, eso nos hicieron creer en primaria, su existencia es vital, evita que gente en el poder tome libertades que sólo afectan a nuestra gente drásticamente, pero a ellos los hacen más poderosos.
Escuchamos términos tan lejanos a nuestro léxico, pocos se toman el tiempo de esclarecerlos para que todo mexicano entienda qué pasa en el terruño que llamamos hogar. Se habla del libre mercado, de la competencia, misma que está explícita en la Constitución.
Antes de narrar la fúnebre historia, contaré una brevísima analogía de los términos. Pensemos en el mísmisimo mercado donde todos vamos a adquirir nuestro respectivo mandado. Hay un comerciante con el que siempre vamos por cilantro, sabemos que ahí todo es fresco, nos recibe con una sonrisa, el manojo es la cantidad justa que pedimos, sabemos que hay veinte puestos más que venden cilantro. Hay uno,en cambio, que fue famoso, lleva ahí desde los tiempos de nuestras abuelas, pero se aprovechó de su fama, nadie sabe ni entiende cómo es que sigue ahí; pero ahí, el cilantro está seco, quemado, marchito y nos da un manojo que parece de a peso cuando pedimos 5. Pensemos que el gobierno prohíbe a los demás puestos vender cilantro, el único que puede venderlo es el local que es un vejestorio que nos atiende lo hace de mala gana. De ahora en adelante ese es el único cilantro que podremos comprar. Es decrépito, tanto el establecimiento, su como su cilantro. Ese cadáver de puesto que alguna vez tuvo fama y fue próspero, mismo cadáver, que ahora, al saberse único proveedor legal de cilantro para el pueblo cada vez se toma la libertad de dar dicha hierba más cara, dar menos por cada peso que compramos, pero no hay más opción. Eso es un monopolio. Suena a una historia absurda ¿no? ¡Pues no! Esto, justamente esto, es lo que hace el gobierno federal, liderado por un titiritero que prefiere vender caro y feo lo que produce su occiso.Es lo que está intentando hacer con PEMEX.
Todos ahora se preguntan “¿pero quién sería tan tonto para dejar sin trabajo a los demás puestos? Nadie permitiría ni que el gobierno aprobara al insensatez que deje a los mexicanos sin cilantro fresco.” Pues, lamento ser portadora de pésimas noticias, informarles que este titiritero disfrazado de caudillo está haciendo, y no sólo. El Presidente, el pasado 26 de marzo de 2021 envío a la Cámara de Diputados una iniciativa de Proyecto con su facultad de Decreto Presidencial con la que se reforma la Ley de Hidrocarburos. Dicha ley establecía que se podía invertir desde lo privado en gasolineras de marcas diferentes, mexicanas o no, para la venta de los derivados del petróleo, para crear una sana competencia de precios y calidades. Eso es lo que ha permitido que en los últimos años podamos escoger y decir “ahí es más barata la gasolina”. La diferencia en precios tal vez es de pesos o incluso centavos, pero como buenos mexicanos, sabemos cuidar cada peso, a todos nos duele el bolsillo en estos tiempos.
Si el cadáver recupera el monopolio del mercado de hidrocarburos significa que, si un día despiertan con el moño volteado y se les ocurre la grandiosa idea de subir el precio de la gasolina o diésel, por decir en $30 mxn, están en toda facultad de hacerlo, no habrá quien los detenga. Por el contrario, si hay opciones, como ahora, aunque ellos hagan dicho incremento, tenemos toda la libertad de no ir ahí, de ir a donde mejor nos parezca, donde los precios sean justos y accesibles. Ese es un mercado de libre competencia, en el que si el de enfrente tiene un precio más barato, vende más, y yo un precio mayor, entonces bajaré el precio y lo dejaré un poco más bajo que él, para tener más ventas. Así funciona el libre mercado. La ley de hidrocarburos permite tal dinámica para que México tenga opciones, para que no sea PEMEX la única.
La historia de terror apenas comienza, con lo que sabemos, ya está muerto: PEMEX. Lleva años siendo un barril sin fondo para el dinero que los mexicanos aportamos a la economía, un muerto ni siquiera a flote, está hundido, muerto; por que sabemos que el Estado nunca ha sido un buen empresario. Todo por un titiritero empedernido que jura tener un poder casi teológico de revivir a un cadáver que sólo se pudre y convierte en putrefacto cuanto toca.
La reforma a esta ley que pidió, ya saben quien, y aprobaron sus ciegos discípulos sin fijarse en una sóla coma, le otorga a PEMEX el poder dominante sobre la venta de hidrocarburos. No sólo eso, el terror continúa, la reforma dota a la Secretaría de Energía y a la Comisión Reguladora de Energía, ambas supeditadas al llamado de la silla presidencial, de suspender las actividades de aquellas empresas que “a su juicio” presenten un “riesgo”, suspender sus permisos de funcionamiento, que ellas mismas otorgaron para apropiarse, controlar y manejar dichas instalaciones, incluso les da la potestad sobre el personal de esas sucursales. No sólo el cadáver ayudado por su histrión matan a los vivos, sino que el occiso tendría tal alcance que provocará en los cuerpos tibios una inmediata putrefacción.
El terror continúa, nos acecha un muerto. El muerto más peligroso de México. PEMEX es la empresa petrolera más endeudada del mundo. La frase que, de ser creída y apoyada, hará zulla al país, fue la última pronunciada al respecto por el titiritero del occiso: “Vamos a rescatar PEMEX, el petróleo no es del Estado, mucho menos de gobierno, el petróleo es del pueblo” Dicho durante una gira privada a la refinería de Cadereyta en Nuevo León. Si hemos de cambiar “petróleo” por “cilantro”, la aseveración es risible, lastimosamente para México, ni es cilantro ni es risible, es terrorífica.
El occiso aumentó su deuda de Enero a Mayo de 2021 un 83%, lo que se traduce en $475,052 mdp, lo que representa sólo el 20% de la deuda sólo a corto plazo. Para entender la magnitud de tales cifras, habremos de multiplicarlo por 5 para obtener el 100% de la deuda a corto plazo que nos da un total de $2,375,260 mdp. Para dimensionarlo, pensemos que un kg de pollo entero oscila entre los $40 hasta los $47 mxn. Para vernos dadivosos, tomemos la cifra máxima, son 50,537,446 kg de pollo, ¿se imagina, usted, la cantidad de familias que comerían pollo en México de no ser porque el gobierno inyecta esa cantidad de dinero en un irremediable cadáver, en lugar de a los vivos que se intentan ganar la vida día a día?
Es más que claro que el interés de nuestro farandulero presidencial no tiene en mira el bienestar de México como lo vende en campaña. Pareciera que su fúnebre muñeco nos arrastra, lento pero empeñoso, a la sepultura con él. La única forma de combatir el terror y el final inmanente de esta fúnebre historia, es alejar a sus ciegos discípulos, igual de enfermos de poder, de toda silla.
El poder es una gran herramienta, es una pala que de ser bien utilizada ayudará a cimentar un mejor México, pero de ser utilizada por nuestro farandulero presidencial, no sólo cavará la tumba del cadáver, sino que hará un orificio tan grande y profundo que pondrá en la fatídica fosa a México.
Personalmente, no quiero yacer en la tumba, espero que como mexicanos valientes que somos pelearemos para no ser sepultados con un cadáver. Espero seguir teniendo cilantro fresco, espero que más familias tengan acceso a la carne de pollo y que no sigamos aterrorizados por un cadáver putrefacto sobre nuestros hombros.