Enrique Gasga Ventura
El PRI desde su creación más que crear gobernantes que representaran una solución a la problemática del país, ha conformado una camarilla de políticos acaudalados que por décadas han movido los hilos del poder político, económico y hasta delincuencial, que ha derivado en un enorme rechazo ciudadano que se refleja en el presente proceso electoral; mientras que MORENA, cuyo único dueño al parecer hasta hace unos meses, era López Obrador porque con el reciente ingreso de muchos líderes ex priistas y de otros partidos de muy dudosa calidad moral, parece estarse transformado en una nueva camarilla de políticos deshonestos que no pretenden; sino únicamente arrebatarle el botín al priismo. Algo inherente de ambos partidos: es el POPULISMO que los caracteriza.
En principio el concepto de “POPULISMO”, dentro de la política; según el investigador Ezequiel Adamovsky de acuerdo al mundo académico, este término “mutó deun uso más restringido que refería a los movimientos de campesinos o granjeros en la Rusia de 1800, a un uso más amplio para designar un fenómeno ideológico y político más o menos ubicuo.
En este sentido, poco después de 1870 los marxistas rusos comenzaron a utilizar el término “populismo”, con un sentido diferente y peyorativo, indicó el especialista, para referirse a aquellos socialistas locales que pensaban que los campesinos serían los principales sujetos de la revolución y que las comunas y tradiciones rurales podrían utilizarse para construir a partir de ellas la sociedad socialista del futuro.
En 1950 según el sociólogo Edward Shils, “populismo”, no refería a un tipo de movimiento en particular, sino a una ideología que podía encontrarse tanto en contextos urbanos como rurales y en sociedades de todo tipo. “Populismo” para Shils, designaba“una ideología de resentimientocontra un orden social impuesto por alguna clase dirigente
Ya para la década de 1970, “populismo” podía referirse a un movimiento histórico en concreto, a un tipo de régimen político, a un estilo de liderazgo o a una “ideología de resentimiento” que amenazaba por todas partes a la democracia. En todos los casos, el término tenía una connotación negativa”, subraya el especialista.
En concreto, concluyó, “el “populismo”, invita a cerrar filas alrededor de la democracia liberal (es decir, una democracia de alcances limitados), para combatir a un solo monstruo compuesto por todo lo demás, en cuyo cuerpo indiscernible conviven neonazis, keynesianos, caudillos latinoamericanos, socialistas, charlatanes, anticapitalistas, corruptos, nacionalistas y cualquier otra cosa sospechosa”, indicó en su estudio Adamovsky.
En términos generales, POPULISMO en la política se refiere al establecimiento de una ideología en la que los partidos políticos que lo adoptan se presentan como representantes del pueblo; pero con intereses ajenos a éste.
Sin embargo, en un artículo de José María Maravall publicado en el diario “El País”, sobre este tema; estableció que quienes ejercen populismo forman: “Un conjunto heterogéneo; pero todo él sometido a una “casta”. En lo que respecta a las políticas que proponen, no atienden nunca a sus consecuencias. Tampoco a los medios para atenderlas: todo depende de una “voluntad política”, para la que supuestamente no existen restricciones”.
Entre algunos representantes populistas de Latinoamérica en la primera parte del siglo XX están: Paz Estenssoro en Bolivia, Velasco Ibarra en Ecuador y de Jorge Eliécer Gaitán en Colombia; y desde 1988 en México resurge el cardenismo, en el mismo año Hugo Chávez llega a la presidencia en Venezuela y en 2006 Rafael Correa y Evo Morales llegan a la presidencia en Ecuador y Bolivia, respectivamente; en Perú ese mismo año llega Ollanta Humala que se enfrentó al aprista Alan García; según análisis de Roger Bartra.
Y en México, expuso Bartra, el impulso populista de Andrés Manuel López Obrador lo llevó al borde del triunfo en las elecciones presidenciales. Años antes habíamos presenciado el resurgimiento de estilos populistas en el menemismo y el fujimorismo. Hoy en día ya nadie duda que el populismo está de regreso.
Y aquí surge la pregunta: ¿Por qué el populismo es una amenaza? Y la respuesta salta inmediatamente: porque el populismo viene a ser la utilización del pueblo a partir de sus principales necesidades y problemas a quien se le ofrecen supuestas soluciones; pero que estos ofrecimientos históricamente han carecido de sustento, de objetividad y realismo; y en consecuencia han derivado en dictaduras de todo tipo que terminan por restringir el acceso del pueblo a la democracia, a las libertades y automáticamente han convertido al líder populista en turno en un dictador.
La otra pregunta es: ¿Qué tiene que ver el POPULISMO con el PRI y con MORENA?
La respuesta es: Todo. Tanto el priismo como el partido MORENA creado por López Obrador tienen como base el populismo.
En el caso del PRI desde su creación se presentó como heredero y representante de las causas de la revolución para perpetuarse en el poder con el callismo; y cuyo ideal oculto se consolidó con Lázaro Cárdenas a quien se dio popularmente el sobrenombre de “Tata Cárdenas”; a quien además se le recuerda por la expropiación petrolera cuya estrategia trajo riqueza a sólo una minoría de políticos y nuevos empresarios no así al pueblo, que en su momento entregó hasta a sus gallinas para pagar la deuda que generó la expropiación; bienes de un pueblo empobrecido que no sirvió para pagar dicha deuda; ya que a las grandes empresas extranjeras no se les pagó con gallinas.
Dicha consolidación de control del poder político en el país fue a través de la creación de las instituciones por parte de Cárdenas y cuyos brazos llegaron prácticamente a todos los sectores; pero que a estas casi no se le pusieron límites, y las cuales eran controladas por el presidente de la República en turno quien adquiría automáticamente casi un control absoluto de todos los sectores.
En adelante el populismo, o falsa representación del pueblo mexicano por parte del PRI se hizo más palpable por ejemplo con Luis Echeverría, José López Portillo y Carlos Salinas de Gortari; que como presidentes gobernaron con un paternalismo basado en dádivas a través de programas sociales sexenales con los que pretendían hacer creer a través de fuertes campañas propagandísticas que las necesidades del pueblo se estaban resolviendo; pero la historia nos muestra que no fue así.
Lo que sí se dio fue un control de la política y la economía; así como del gobierno por parte de esta clase política que ha engañado al pueblo.
El caso de Andrés Manuel López Obrador se puede decir que es el de él heredero y ejecutor del neo populismo; político tabasqueño que trae la escuela del priismo más populista de los setentas y ochentas; y que en sus dos campañas a la presidencia de la República que perdió, y en la actual deja ver claramente que no hay diferencia con su personalidad y la de los políticos populistas que llegaron a la presidencia de su país con un gobierno que derivó en dictadura; ahí están los nombres de dichos personajes.
El hecho de erigirse como representante del pueblo, de manejar un discurso demagógico propio de las dictaduras, pero sin un proyecto de gobierno que defina las consecuencias de sus decisiones; que ha hecho a su partido (MORENA), como un conjunto heterogéneo, no de personajes con propuestas viables ante los graves problemas que aquejan al país, sino de un grupo de aduladores sometido a su voluntad la cual es teoría y ley; es por ello que de llegar a la presidencia de la República, prácticamente la mesa estaría puesta para dar el paso hacia una nueva dictadura.
En este sentido, es importante tomar en cuenta que el priismo en México ha gobernado con base en una dictadura a la que Vargas Llosa llamó “la dictadura perfecta”, entre otras cosas por el control del país que el presidente y su camarilla han tenido incluso de los otros dos poderes el legislativo y el judicial, donde el presidente es el jefe máximo del ejército; pero que tal control y amplias facultades no han sido puestas al servicio del pueblo; sino al de los intereses de quienes gobiernan.
Cómo creerle a López Obrador cuando no sólo ha presentado en su mayoría propuestas populistas; sino que desde antes de ganar la elección presidencial, a título personal ya ha perdonado a quienes durante su larga campaña acusó de ladrones como Salinas y el actual presidente Enrique Peña Nieto.
Cómo creerle cuando habló de dar amnistía a los grandes grupos delincuenciales –aunque ahora intenta negarlo-, y es que al tomar esta decisión prácticamente dejó fuera a cientos de miles de víctimas de la delincuencia en nuestro país y a sus familias muchísimas de ellas piden justicia, y ahí están los casos de Ayotzinapa y Tlatlaya, entre una enorme cantidad de otros casos que a diario llegan a las procuradurías, o se quedan en el silencio por la desconfianza en las autoridades; y que el actual gobierno no ha hecho justicia; pero López Obrador tampoco lo hará según lo que se mira.
Cómo creerle a López Obrador cuando es evidente su intolerancia contra cualquiera que piense distinto a él; así lo hicieron Hitler, Musolini, Chavez y tantos dictadores que han dañado a su nación.
López Obrador ha ido contra toda publicidad que lo critica, censura, acusa, amenaza cuando él creció a partir de ir en contra de Salinas, Peña Nieto lo que él ha llamado la mafia del poder; pero que hoy sin aún ser presidente ya les ha otorgado el perdón.
Obrador ha hecho todo lo posible por censurar el documental: “POPULISMO EN AMÉRICA LATINA”, en que él es una de las figuras centrales; presionando a las autoridades para que no salga a la luz; y peor aún que su transmisión ha sido obstaculizada, esto más allá de sólo atentar contra la libertad de expresión de los creadores de esta producción, atenta contra el derecho de todos a conocerla, y dejar que seamos los espectadores los que decidamos si el documento es bueno o malo, o si nos sirve para tomar una decisión en las próximas elecciones, etc., eso es un derecho que se nos está quitando.
Hace mal Obrador en tratar de ocultar lo evidente; cuál es el miedo a que la gente conozca esta producción, quizá el temor es que se conozca más a fondo su personalidad real.
Lo cierto es que México ha sido víctima durante muchos años de una dictadura disfrazada de democracia presidida por gobiernos populistas que han dañado al país; y hoy los mexicanos somos víctimas de múltiples violaciones a nuestros derechos; pero que Andrés Manuel López Obrador no se mira como la solución; sino que de ganar la presidencia de la República se ve como una condena a que México continúe con este tipo de gobierno populista dictatorial; pero corregido y aumentado, donde no saldríamos de la dictadura perfecta del PRI, peor aún, entraríamos a una nueva dictadura quizá más agresiva