Opinión de Isael Pérez Olivier
Por fin pasó, lo que tarde o temprano tenía que pasar. La ciudadanía cambió el aplauso por el reproche para sus autoridades. Y así fue, porque, alentados por un sentimiento generalizado de abandono por temas, como inseguridad y violencia; además, de la falta de medicamentos, insumos y médicos especialistas en el sector salud, la mandataria estatal fue confrontada por sus mandantes en el municipio de Santo Toribio Xicohtzinco. Creando un precedente que seguramente se habrá de replicar en otros escenarios, a la primera oportunidad o provocación.
El resultado de dicho acontecimiento fue tan inusual e inesperado como lo fue el propio reclamo. Pues al parecer, los altos decibeles del reproche ciudadano le causaron un sorprendente daño a sus sensibles oídos, y la aludida no dudó ni un instante en pedir “Respeto” a los presentes. Por el tono que utilizó, me dejó la sensación de que no solo fue una exigencia para hacer uso de la voz, sino también para su investidura que quedó manchada con los gritos de los manifestantes que con sus reclamos le pusieron el dedo en la llaga; misma que intenta sanar, no con resultados, sino con discursos por demás absurdos y alejados de la cruel realidad en la que vivimos quienes habitamos, en el que solo a ella y a los que utilizan las camionetas blindadas, les ha dado por llamar: “el estado más seguro del país”.
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