Raúl Contreras Flores
Prácticamente sin partidos opositores, el gobierno de oropel de la neomorenista Lorena Cuéllar Cisneros transita con más pena que gloria ante la decepción de miles de tlaxcaltecas.
Un gobierno enfocado más en el espectáculo, la farándula, en los grandes negocios al amparo de poder, en la frivolidad y en los reality shows aun pasando por encima de la dignidad de las personas, que en atender los graves problemas que padece la ciudadanía, los cuales aumentan día tras día, tal como sucede con los homicidios dolosos, robos, asaltos, presencia de grupos criminales, la aparición de cuerpos sin vida de personas en diferentes puntos de la entidad, la no localización de personas en su mayoría mujeres, la trata de personas que está a la vista de los ciudadanos, menos de las autoridades de gobierno.
A todo esto, se suma la corrupción existente en las dependencias estatales; la opacidad en el manejo de los recursos públicos y la simulación en el cumplimiento de la homologación de la administración pública, tal como sucedió recientemente con la vergonzosa “transformación” de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) en Fiscalía General de Justicia del Estado de Tlaxcala, en cuyo simulacro se incumplió con importantes puntos contemplados en la propia Ley Orgánica enviada al Congreso local por la misma gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros, lo que permitió, entre otros abusos, que la ex procuradora, Ernestina Carro Roldán, haya sido elegida por los serviles diputados como la primera fiscal de la entidad.
Frente a este escabroso escenario político-social, los partidos opositores brillan por su ausencia; enfrascados en líos internos en la rebatinga para satisfacer intereses meramente personales o de grupo, hoy tanto el PRI como el PAN han dejado de ser las opciones políticas opositoras necesarias en el país.
El mismo Presidente Andrés Manuel López Obrador y el virtual senador electo Gerardo Fernández Noroña, se han pronunciado por la necesidad de que en México exista una oposición seria, responsable, fuerte, propositiva, constructiva, por el bien del pueblo y de la democracia.
Llamados que no alcanzan a comprender las dirigencias nacionales y estatales de esos partidos, empecinadas en rentar sus siglas a intereses económicos nacionales y extranjeros que lo único que les provocan es acercarlos cada vez más a su extinción. Del PRD nada que decir, sólo esperar la confirmación por parte del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) de la pérdida de su registro como partido político.
En Tlaxcala estos mismos partidos, otrora fuertes opositores, hoy están entregados a la ex priista Lorena Cuéllar. Con la presumible llegada de Enrique Padilla a la dirigencia estatal priista se pronostica la debacle total de este partido en la entidad.
Muy atrás y olvidados quedaron los gloriosos días del PAN vividos en el gobierno de Héctor Israel Ortiz Ortiz, cuyo Partido Alianza Ciudadana (PAC), está convertido en la primera fuerza política dentro de los partidos locales. En aquellos tiempos el partido blanquiazul arrasó en las elecciones federales y locales, además de ganar varias presidencias municipales.
Es tal la sumisión que hasta el momento no existe pronunciamiento alguno por parte de la dirigencia del Partido Nueva Alianza Tlaxcala, después de que les quitaran la diputación plurinominal para favorecer a la nuera del ex gobernador Alfonso Sánchez Anaya, Marcela González Castillo.
En el marco de la nueva alianza Tlaxcala-Morelos, quizá se inscriba la presencia del grupo de colombianos como “operadores” en las elecciones del pasado 2 de junio en varios municipios tlaxcaltecas.
Así las cosas, en el peor gobierno de las cuatro últimas décadas en la tierra del indomable Tlahuicole.
Como diría López Obrador en sus grandes días de luchador social: ¡Sólo el pueblo podrá salvar al pueblo!