Raúl Contreras Flores
En estos últimos días volvieron a mi memoria aquellos aciagos años de los 60’s y 70´s vividos en la ciudad de Puebla, cuando grupos empresariales de ultraderecha exigían a los gobiernos represores priistas encabezados por Antonio Nava Castillo, Rafael Moreno Valle y Gonzalo Bautista O’farril, aplicaran “todo el peso de la ley” en contra de estudiantes, campesinos, obreros y vendedores ambulantes que exigían respuesta a sus justas demandas. En efecto, las marchas, mítines y cierre de las principales arterias de la ciudad formaban parte de su estrategia de lucha.
Esta remembranza viene a raíz de las declaraciones que en rueda de prensa hicieran la mañana del pasado martes el presidente del Clúster Automotriz en Tlaxcala junto con el dirigente de la Cámara Nacional de la Industria de Transformación (Canacintra), Marcos del Rosario Haget y Carlos Alberto Tamayo Chavero, respectivamente, con relación a los bloqueos de carreteras que realizaron los conductores de diferentes plataformas de servicio de transporte privado, como una medida extrema para exigir seguridad al gobierno del estado.
Por estos hechos, los líderes empresariales adujeron que se perdieron “miles de dólares”, y que resultaron afectadas por lo menos 50 industrias durante las cuatro horas que tardó el bloqueo carretero; por lo que anunciaron que procederían a presentar denuncias penales por daños y perjuicios.
No obstante, su alegato fue más allá, al pedirle a la mandataria estatal, Lorena Cuéllar Cisneros, que no permita más cierres de carreteras y tampoco que nadie intente “secuestrar” a Tlaxcala, ya que eso es una “falta de respeto a la ciudadanía”.
Ya encarrerados, los empresarios se pronunciaron por emplear el uso de la fuerza pública para liberar “al menos un carril” y no ver afectadas sus utilidades.
Como lo señalé al inicio de esta nota, 60 años después, surgen en Tlaxcala grupos empresariales pidiendo ahora al gobierno de la ex priista Lorena Cuéllar Cisneros, “aplicar todo el peso de la ley” a un gremio de trabajadores que desde meses atrás se han convertido en víctimas de grupos delincuenciales al ser asaltados, arrebatándoles sus pertenencias, robándoles sus vehículos o, en el peor de los casos, quitándoles la vida, dejando en el desamparo a hijos, esposas, padres, hermanos, a familias enteras.
Circunstancias por las cuales los conductores han optado por dejar de prestar sus servicios en varias zonas urbanas y rurales en el estado, ya que existe el fundado temor de que tanto sus pertenencias como su propia vida corran peligro al transitar o acudir a determinados sitios invadidos por la delincuencia organizada, lo cual repercute en la disminución de sus ingresos en perjuicio directo de sus familias.
Sólo que estas situaciones no las entienden o no les importan a los citados empresarios, como tampoco les importa la creciente inseguridad que se vive en la entidad tlaxcalteca, el incesante aumento de personas no localizadas, los feminicidios, la trata de personas, el robo de vehículos y autopartes, los asaltos a plena luz del día a transeúntes, domicilios y negocios, ni el alarmante robo al transporte de carga. Y no les interesa porque, de este escabroso escenario, no le hicieron el mínimo reclamo a la gobernadora, ni el que sus funcionarios se hayan demorado en dar respuesta a la protesta y terminar con el bloqueo carretero.
Pertenecientes al grupo de los llamados “conservadores”, opositores en determinado momento al proyecto de la Cuarta Transformación -“el INE no se toca”-, estos empresarios se deberían de preocupar también porque las empresas e industrias que representan, trataran sus aguas antes de verterlas al río Zahuapan y contribuir así a su saneamiento para que éste deje de ser uno de los cinco ríos más contaminados y peligrosos del país.
De igual manera, si en verdad mucho les importa el desarrollo económico y social del país y el estado, deberían de comenzar por incrementar los salarios de sus trabajadores, ya que Tlaxcala se encuentra entre los últimos lugares en la tabla de percepción salarial, basta con visitar la página web de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social del gobierno de México, para corroborar esta información.
¡Eso sí es una falta de respeto a la ciudadanía!
Por su parte, el gobierno lorenista, a través de sus equipos de alta tecnología, desde esos momentos comenzó a identificar y “poner el dedo” a quienes encabezaban la protesta en señal de franca amenaza. Muestra de que, a más de medio siglo de distancia, en Tlaxcala se revive la perversa alianza entre grupos empresariales “conservadores” ahora con un gobierno neomorenista con claro perfil represor.
P.D. Por cierto, “¡Viva el Día del Periodista en Tlaxcala!” (ajá)