Raúl Contreras Flores
Al momento de escribir estas líneas, de acuerdo al reloj del Instituto Nacional Electoral (INE), faltan exactamente un día, 17 horas, 53 minutos y 13 segundos para que se lleve a cabo la jornada electoral a través de la cual habrán de renovarse la Presidencia de la República, la Cámara de Diputados y la de Senadores, la gubernatura en ocho estados, la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, congresos locales, presidencias municipales y, en el caso de Tlaxcala, las presidencias de comunidad.
En la que se considera será la contienda electoral más grande en la historia de México, estarán en disputa alrededor de 20 mil cargos de elección popular, de los cuales, cerca de 800 corresponden a la entidad tlaxcalteca.
Terminadas las campañas proselitistas, en donde cada uno de los candidatos dio a conocer sus respectivas propuestas de gobierno o agendas legislativas, comprometidos a cumplir en caso de obtener el triunfo en las urnas, queda en manos de los electores decidir quiénes serán los próximos servidores públicos.
Por tanto, en estos días de veda electoral, ya sin la estridencia de los miles de spots transmitidos día tras día en los medios electrónicos, es tiempo de analizar, comparar y reflexionar a conciencia quién merece recibir el voto.
Más allá de los colores partidistas, entre los cuales lamentablemente ya no hay distinción entre uno y otro, hoy lo importante es conocer a fondo a la persona, y para ello es muy fácil, sólo basta con escribir el nombre correcto del candidato o candidata en un buscador de Internet o motor de búsqueda (Google, Bing, Yahoo o Baidu, entre otros) para acceder a su historial. En efecto, en las redes sociales se encontrará información de todo tipo, a favor y en contra, en donde se llega incluso a la calumnia y la difamación; no obstante, esto de alguna manera sirve para normar el criterio y la preferencia del elector. Si un aspirante no aparece en la búsqueda, esto también es significativo.
A los miles de obsequios que ya se repartieron a lo largo de la campaña seguramente se sumarán otros en estos días; la compra, coacción y corporativismo del voto también se harán presentes, se habla de cientos y hasta miles de pesos ofrecidos por cada sufragio, dependiendo del cargo a ocupar.
La historia contemporánea de los procesos electorales en el país no lo puede negar, así han transcurrido.
Si hoy, como ayer, el elector opta por dar su voto a cambio de recibir diversos artículos o dinero en efectivo, no valdrá quejarse después por tener pésimos gobiernos o entreguistas legisladores, cuyos resultados son más que palpables, tal como ha ocurrido en Tlaxcala.
El poder y la soberanía de una nación radican en el pueblo, es tiempo de razonar y votar en conciencia, y a quienes lleven al triunfo, exigirles que cumplan con lo prometido o llevarlos a una revocación del mandato.