Raúl Contreras Flores
Para la construcción del llamado Corredor Urbano se anunció una inversión de 146 millones de pesos; obra con la que se beneficiaría a cerca de 100 mil habitantes.
El proyecto original tuvo modificaciones, al considerar inviables algunos de sus componentes, como lo era la pretensión de construir un andador de acero y concreto, con espejos de agua y fuentes prácticamente encima del río. Al final, la obra contempla en una longitud aproximada de 150 metros a ambos lados del afluente, la colocación de juegos infantiles, terrazas para descanso en voladizo, sanitarios y cuarto de vigilancia, áreas verdes y un puente peatonal que comunica a la comunidad de La Candelaria Teotlalpan, municipio de Totolac, con la ciudad capital. Además de la siembra de plantas medicinales tradicionales de la herbolaria mexicana como la árnica, romero, ruda, orégano, hierbabuena y epazote, entre otras.
Un proyecto urbano-arquitectónico interesante y novedoso, desde el punto de vista didáctico, recreativo y cultural, que se vio opacado por la pésima decisión de sembrar jardines en el lecho de uno de los cinco ríos más contaminados del país y, por lo tanto, más peligrosos en materia ambiental, cuyos elementos químicos altamente nocivos repercuten directa o indirectamente en la salud de la población, antes de instrumentar políticas públicas firmes y determinantes orientadas a abatir el alto grado de contaminación del afluente. No olvidar que a lo largo de sus 120 kilómetros recibe todo tipo de descargas, desde las aguas envenenadas de algunas industrias, las descargas de aguas negras domiciliarias, hasta los desechos domésticos de centenas de ciudadanos.
A la Conagua, responsable de la salvaguarda de los ríos, se le olvidó tomar en consideración la memoria histórica del Zahuapan, y hoy, con los cientos de metros cúbicos de tierra vegetal, las miles de plantas sembradas y las decenas de metros cúbicos de piedras colocadas en el lecho del río, se corre el grave riesgo de que a la aparición del primer aguacero torrencial, de esos llamados eufemísticamente como “atípicos”-que no son sino efecto del calentamiento global o cambio climático-que se presente en la ciudad capital, esos jardines flotantes sean arrastrados, provocando bloqueo en el cauce natural del río que pudiera derivar el su desbordamiento. Ya se verá.
TERCERA Y ÚLTIMA OBSERVACIÓN
De la inversión anunciada, es decir, de los 146 millones que dicen iba a ser el costo del Corredor Urbano, sería conveniente que se diera a conocer de manera pública la cantidad gastada, que no invertida, específicamente en los jardines flotantes. Siquiera para saber cuánto dinero del erario se va a ir, literalmente, al agua.
Así el “trabajo” de los funcionarios de la ex priista y actual gobernadora, Lorena Cuéllar Cisneros.
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