Por Andrés A. Solis*
La noticia no descansa ni tiene horario, es una de las primeras frases que aprendemos las y los periodistas y nos la compramos como una regla fundamental del periodismo.
De facto, asumimos que tenemos la obligación de estar pendientes las 24 horas del día, los 365 días del año para atender cualquier información que se asome, por aquello de que “en cualquier momento brinca la liebre”.
Durante el siglo pasado era medianamente sencillo desaparecerse de la corretiza de los editores, aunque también era más difícil y agotador estar correteando la noticia. En este siglo, el desarrollo tecnológico nos ha convertido en personas hiperconectadas y ahora lo difícil no es tratar de alejarse de esa disponibilidad 24/7; es abrumador enfrentarse a todas horas con una descomunal cantidad de información que resulta imposible filtrar de manera eficiente.
El periodismo es quizá una de las profesiones más hiperconectadas y vivimos permanentemente bajo el bombardeo de correos electrónicos, de notificaciones en los dispositivos móviles; sufrimos una creciente dependencia a revisar el teléfono celular, en revisar las actualizaciones en las plataformas sociodigitales en espera de encontrar la nota que habremos de perseguir en las siguientes horas.
Muchos y muchas periodistas están demasiado pendientes de Twitter, Instagram, Facebook, Tik Tok o de sus incontables grupos de mensajería en herramientas como Whatsapp o Telegram, que a veces dejan de hacer lo más elemental de esta profesión, que es salir a la calle a buscar la nota; muchos y muchas colegas han dejado de “reportear”.
Hay periodistas que sin darse cuenta, padecen de ansiedad cuando tienen problemas de conectividad a la red o bien enfrentan en llamado “síndrome de la batería baja”, cuando el indicador de la carga de la batería del celular indica que está por debajo del 20 por ciento.
No son nimiedades. Este tipo de afectaciones al estado emocional de cualquier persona, tiene efectos negativos en las relaciones humanas y en el desempeño profesional. En el caso de las y los periodistas, cualquier condición que comprometa nuestra salud mental, tiene un impacto negativo en la forma en cómo presentamos las noticias; corremos el riesgo de afectar la objetividad periodística y más si a estas alteraciones emocionales le sumamos las presiones cotidianas de tener que ganarle la noticia a la competencia, de cumplir las exigencias de nuestros editores y editoras y enfrentarnos permanentemente a la negativa de las fuentes de información de darnos los datos que necesitamos para la construcción de nuestras piezas informativas.
Desde España, las periodistas Mar Cabra y Aldara Martitegui encabezan un equipo de trabajo que lleva ya tiempo acompañando a periodistas con cursos y sesiones basadas en el Mindfulness, para ayudarnos a reducir nuestra dependencia de la tecnología y la hiperconectividad, a aprender a poner límites a las horas de trabajo y a concentrarnos en nuestro estado de bienestar.
El acompañamiento es valioso, pero siempre será fundamental el trabajo que hagamos en lo individual para estar bien en primera persona y poder ser mejores como profesionales.
Al final del día, a los propios medios no le sirve tener periodistas que no esté al cien por ciento de sus capacidades y a la sociedad no le servimos periodistas que no seamos saludables.
*********
*Periodista, autor del “Manual de Autoprotección para Periodistas” y de la “Guía de buenas prácticas para la cobertura informativa sobre violencia”. Conduce el programa “Periodismo Hoy” que se transmite los martes a las 13:00 hrs., por Radio Educación.