Por Andrés A. Solis*
En Monterrey, Nuevo León, un colega periodista me dice que quiere tomar mi taller de autoprotección, pero me pregunta si puede hacerlo sin registrarse, porque su medio no le dio permiso de asistir. Es reportero de Grupo Reforma.
En San Luis Potosí, antes de iniciar otro taller, un grupo de colegas confirma que el diario Pulso de esa entidad, amenazó a sus periodistas con el despido su acudían a esta capacitación en seguridad.
Por separado, dos colegas del mismo medio -Milenio-, me dijeron que sería bueno darles el taller de autoprotección para toda la redacción. Envié dos propuestas a las oficinas de Milenio en CDMX y Monterrey y ambas fueron rechazadas.
Otro colega, corresponsal en el sureste tuvo que desplazarse un tiempo a la Ciudad de México, para protegerse de las amenazas del mismísimo procurador general de justicia de la entidad. El medio, Proceso, le ofreció cambiarse de entidad, en vez de darle garantías.
Hubo otro colega que fue asesinado fuera de su lugar de origen. Ese día, un medio que le compraba material -Cuartoscuro- confesó que no le habían pagado en cuatro meses. El otro medio con el que colaboraba -Proceso- le debía cinco meses y nunca lo aceptaron públicamente.
En otro momento, tres colegas veracruzanas llegaron a altas horas de la noche huyendo de la irrupción criminal en el medio para el que trabajaban. Al director de ese diario y otras personas las acababan de asesinar ese mismo día.
Las tres colegas llegaron a mi casa; allí estuvieron varios meses, sin apoyo de esas organizaciones que dicen apoyar periodistas. Una llegó con un cuadro grave de diabetes, enfermedad que se le recrudeció por la situación emocional que enfrentaba. Nadie les dio empleo en la CDMX.
Otro caso más, el de una colega del norte que como parte de su plan de seguridad fue darle empleo en el Mecanismo de Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas de la Secretaría de Gobernación. Cuando Lía Limón, hoy alcaldesa en Álvaro Obregón, CDMX, llegó como responsable del Mecanismo, simplemente la despidió.
Sólo unos casos, unos cuantos ejemplos de colegas que han estado en riesgo, que han sido víctimas de agresiones y en ocasiones víctimas de secuestro y asesinato.
Colegas que no contaron con el respaldo de sus medios, con el apoyo y la capacitación, los recursos ni el equipamiento.
Forman parte de la enorme mayoría de periodistas que estamos jodidos, que somos freelance, que intentamos crear nuestros propios medios o terminamos trabajando en medios chicos, medianos o grandes, con pésimas condiciones laborales y sin seguridad.
Es el ejército de las y los periodistas jodidos que no tienen las grandes pantallas. Periodistas en la jodidez de no contar con un auto blindado ni escoltas.
Hoy, los empresarios de los medios dicen “todos somos Ciro”, como lo han hecho las y los opinadores (que no periodistas) de la radio y la tele; igual que lo hacen quienes sí sin periodistas, pero tienen el respaldo de los grandes micrófonos y las grandes pantallas.
Esos y esas dicen “todos somos Ciro”, excepto ese ejército de jodidos periodistas de a pie.
*********
*Periodista, autor del “Manual de Autoprotección para Periodistas” y de la “Guía de buenas prácticas para la cobertura informativa sobre violencia”. Conduce el programa “Periodismo Hoy” que se transmite los martes a las 13:00 hrs., por Radio Educación.