¡ Se murió la Chilindrina !

¡ SE MURIÓ LA CHILINDRINA !

Intento de calaverita literaria

Por el Palacio iba pasando, cuando vi a Jaimito “El Cartero” llorando.

De inmediato yo indagando, ingeniero ¿qué pasó, dónde, cómo, cuándo?. Y muy pronto contestó: que no estuviera yo chingando.

Por su tono entendía, que algo malo pasaría, pero sin querer queriendo le preguntaría, por qué tanta adrenalina, y sin tardar me soltaría: ¡se murió la Chilindrina!.

¿Ya lo sabe Don Ramón?, dije todo atolondrado; sin embargo ese chillón me contestó encabronado: ¡Ya lo sabe Chalvador y ya todos lo han notado!.

En Palacio se escuchó un quejido y un lamento. ¡Chilindrina de mi amor!, ¿qué hago ahora?, ¡que tormento!. 

Era el mismo Chalvador, que corría como el viento, del despacho al salón dónde armaban los eventos.

Preguntaba a grito abierto y con mucho descontento: ¿y mis viajes en avión?,  me dejaste sin sustento. Solo espero corazón, continuar con alimento.

¡Nada de eso Chalvador!, se escuchó desde el despacho. Sin dinero y sin amor, sin siquiera un apapacho. Uta madre ¿qué pasó?, trabajar es un tormento. Ven amada por favor, ven tan solo un momento. Si tú quieres desde hoy, soy del DIF su pesidento.

De repente un temblor y  del suelo un estruendo, unas flamas, mucho humo, todo un acontecimiento. El diablo se asomó de la entrada del infierno, y le dijo: Chalvador, ha llegado tu momento, no te tardes por favor, no me tienes muy contento. 

¡Ah cabrón eres real!, ahora sí ya no lo dudo. Por un instante pensé que todavía seguía crudo. Contestó el Chalvador todo blanco y como pudo, en un tono no muy claro, era todo un tartamudo.

El diablo le reviró, abusaste del placer sin ningún remordimiento, por eso en las flamas arderas lento, lento, muy muy lento. Diciendo eso y Chalvador se torció ya sin aliento.  Así fue su último adiós, eso es neta no les miento.

¡Ajá, ejé, ijí, ojó, ujú!…

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