Tamaulipas, zona de silencio

Entre periodistas

 

Andrés A. Solís Álvarez

 

Fue la cantidad de víctimas, fue el tiempo que duró la violencia, fue la impunidad con la que actuaron y la ausencia de autoridad; esos fueron los factores que hicieron que los recientes asesinatos cometidos en Reynosa, Tamaulipas, se difundieran en la prensa nacional y, claro, en medios internacionales.

Dos que tres “analistas” (el entrecomillado es mío) se atrevieron a decir que les sorprendía lo sucedido, luego de que esa región del país se había mantenido con cierta calma durante algunos años y que ahora se reavivaban los enfrentamientos entre grupos del crimen organizado. El postre es la situación política y legal del aún gobernador panista Francisco Javier García Cabeza de Vaca.

Hace muchos años que Tamaulipas se quedó solo, bajo el dominio de un solo grupo criminal que ha impuesto sus condiciones a gobernadores del PRI y ahora del PAN, pero también ha impuesto su ley de “plata o plomo” a alcaldes y alcaldesas, a quienes llegan a una diputación local o federal, o el Senado. Es este mismo grupo criminal el que decide quiénes son los jefes de la policía y responsables de obras públicas y tesorerías.

Entre 2008 y 2013 hubo intentonas de otros grupos criminales por querer tomar el control de ciertas zonas de Tamaulipas, pero no pudieron, aunque no han dejado de intentarlo.

¿Y cómo es que no hablamos de ese tema?, precisamente porque este grupo que controla la entidad mostró, desde esos años de 2008 y 2009, su poder para imponer la agenda de los medios utilizando el asesinato de colegas, atentados directos con granadas y bazucas contra medios de información.

Este grupo criminal impuso el silencio y la censura en la entidad y prácticamente la prensa local optó por dejar de publicar sobre temas de seguridad pública, asesinatos y enfrentamientos entre bandas rivales.

En 2013 di un taller de seguridad para periodistas en Pánuco, Veracruz, al que asistieron a escondidas colegas de Tampico, Ciudad Madero y uno de Altamira. Ese mismo año regresé con otros colegas a dar otro taller en Ciudad Victoria, donde buscamos incluso impulsar una ley de protección.
Para ese segundo ejercicio hubo colegas que pudieron viajar desde las ciudades fronterizas de Nuevo Laredo y Matamoros.

Desde entonces ya sabíamos que publicar sobre estos hechos de violencia era riesgoso para medios y periodistas. Por más de una década, Tamaulipas es una de las mayores zonas de silencio para el periodismo.

Lo que pasó estos días recientes en Reynosa es que los hechos superaron lo inimaginable y por eso la prensa reaccionó como lo hizo.

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*Periodista, autor del “Manual de Autoprotección para Periodistas” y de la “Guía de buenas prácticas para la cobertura informativa sobre violencia”. Conduce el programa “Periodismo hoy”, que se transmite los martes a las 13:00 h, por Radio Educación.

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