Limpia en la CEDH

Con la salida de Víctor Manuel Cid del Prado Pineda, de la CEDH termina una era oscura en la lucha por los derechos humanos en Tlaxcala. Este personaje es ejemplo de lo que la llamada 4T combate: abuso de poder, tráfico de influencias, corrupción, acoso al personal, ineficiencia y ambiciones personales. La manera en cómo intentó a la mala perpetuarse en el puesto fue congruente con la forma en cómo llegó al cargo: copiando en el examen.

Evidentemente, nadie extrañará a Del Prado Pineda, porque Tlaxcala no necesita esta clase de personajes que materializan todo lo que la ciudadanía detesta. Como presidente de la CEDH fue faccioso y parcial. Hasta el último momento usó al personal a su cargo para hacer presión al nuevo Consejo Consultivo, cuya instalación quiso boicotear la madrugada del pasado 12 de junio apagando las luces en la institución y confrontando a los trabajadores del organismo.

En su perversa visión, sacó de contexto el juicio de protección constitucional que le concedió el presidente del Poder Judicial, Fernando Bernal Salazar, para evitar que el Congreso del Estado, designara al presidente interino de la CEDH, decretada en la sesión de 30 de mayo. Afortunadamente el titular del TSJE entendió la jugada del “ombudscopión” y reculó en su decisión de otorgarle una suspensión.

Tal era la pobre preparación del ex presidente de la CEDH que no entendió que, legalmente, la facultad de designar al presidente interino correspondía ni más ni menos que al Consejo Consultivo de la CEDH, es decir, a los consejeros que él trató de embestir con una actitud arrogante, y no al Congreso Local que, por razones políticas relacionadas con el resultado de la elección de Gobernadora, retrasó el nombramiento de la nueva titular del organismo.

No cabe duda que Victor Cid actuó más como un gánster que como un servidor público, y sin importar sus intentos por mantenerse indebidamente en el cargo, terminó fuera, con la cola entre las patas, pues no sobra decir que, durante la pasada campaña por la gubernatura, intentó quedar bien con las abanderadas de las únicas coaliciones que contendieron, pero con ambas quedó como un desleal ambicioso que no es digno de confianza.

Ahora se inaugura una nueva época con la llegada de Jackqueline Ordóñez Brasdefer, quien deberá aprender de todo lo malo que hizo su antecesor para no caer en sus errores. La nueva presidenta de la CEDH debe llegar con ánimo conciliador para rescatar al personal que vale la pena y pueda sumar a su proyecto de trabajo. Seguramente, habrá trabajadoras y trabajadores dispuestos a fortalecer su gestión, porque no ven su función con signo político, sino como una labor institucional.

Como lo ha dicho la gobernadora electa, Tlaxcala necesita reconciliación para seguir adelante. Esa actitud habla bien de la madurez política de las mujeres y los hombres que ahora toman las riendas de las instituciones en la entidad. Por último, desde este espacio, señalo algunos comentarios de algunos visitantes que semana a semana visitan la capital del estado, los cuales ven con agrado el cambio de imagen del centro histórico. Sin duda un trabajo bien planificado por parte de la presidenta Municipal: Mildred Vergara y su equipo de trabajo, ahora lo importante será que esos trabajos se agilicen para que en estos últimos meses de gestión queden culminados y la capital del Estado tenga una nueva imagen.  Qué  triste que por la negligencia de  unos cuantos comerciantes no se haya podido modernizar y remodelar el Mercado Municipal “Emilio Sánchez Piedras”.

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