Dónde quedó nuestra paz y tranquilidad, de las que nos ufanábamos en antaño, quienes hemos vivido y nacido en la Cuna de la Nación, ¿dónde?. Y no me refiero a que así vivíamos siglos atrás, no; sino a escasos doce o quince años, cuándo los niños jugaban en la calle sin miedo; cuándo las mujeres podían caminar solas, sin temor a ser atacadas; cuándo todavía se podía caminar de noche por las calles de la capital sin el temor a ser asaltados; cuándo se podía ir a los bancos a realizar retiros sin ninguna preocupación, más que, por las largas filas que siempre hay en las instituciones de crédito y ahorro, debido al pésimo servicio que siempre nos han brindado; cuándo se podía transitar por cualquiera de las carreteras federales, estatales o municipales, sin ningún temor a que nos robaran el vehículo, o peor aún, a que nos privaran de la vida los desgraciados hampones por cualquier estupidez.
Qué por qué lo digo, pues por la simple y sencilla razón amable lector, de que el Departamento de Estado de los Estados Unidos de Norte América, a través de sus Consulados y Embajadas, solicita a sus ciudadanos que tengan la intención de visitar México, y muy especialmente, nuestro bello estado de Tlaxcala, a que reconsideren su viaje. ¿Qué por qué?. Pues porque, de acuerdo a su Resumen del país: Los delitos violentos, como el homicidio, el secuestro, el robo de vehículos y el robo, están muy extendidos y son comunes en México.
Muchos de Ustedes me dirán; pero eso no es nuevo, es algo que ya se sabe, vivimos en un país violento desde hace muchos años y afortunadamente en Tlaxcala ahí la vamos llevando con el tema de la delincuencia; pero eso es lo que nos han hecho o quieren hacernos creer nuestras autoridades y la verdad es que no. La realidad es que el análisis “Criminal” que realizó el vecino país del norte, posiciona a Tlaxcala como un lugar a “reconsiderar”, para los ciudadanos norteamericanos que nos quieran visitar por su alta incidencia delictiva. Las cosas como son.
Mire como estamos, en la percepción que se tiene desde afuera y con instrumentos y procedimientos que brindan mayor exactitud a los análisis y estudios de la criminalidad. El sistema de aviso del Departamento de Estado de los Estados Unidos (Travel Advisory), se compone de cuatro niveles codificados por colores:
Nivel 1 (azul): tomar precauciones normales. Nivel 2 (amarillo): ejercer mayor precaución. Nivel 3 (naranja): reconsiderar viajes y Nivel 4 (rojo): se recomienda no viajar o retirarse tan pronto como sea seguro hacerlo.
Con esta escala numérica y de colores, la Embajada Estadounidense honra a nuestra entidad con el Nivel 3 (naranja). Sí, leyó bien amable lector, en el penúltimo lugar de la escala de alertas por el crimen, que avanza a paso firme en una tierra fértil para sus actividades, con la complacencia o incapacidad de nuestras autoridades, Usted decida. De escalofríos, ¿o no?.
Reza el dicho, que cada quien platica como le va en la feria; dígame ¿cómo le ha ido a Usted con la delincuencia?. ¿Ya forma parte de las estadísticas o todavía no?. Que no, felicidades; que ya, pues créame que lo siento mucho y lo entiendo.
Pero como siempre digo en estos casos: “El que tenga ojos para ver, que vea y el que tenga oídos para escuchar, que oiga”.
Por aquí le dejo a Usted el enlace para que pueda consultar la información oficial de la embajada de Estados Unidos de Norte América.
(https://travel.state.gov/content/travel/en/traveladvisories/traveladvisories/mexico-travel-advisory.html)
Dudas razonables y eventos tristes para recordar
Por cierto, alguien sabe dónde está el helicóptero que surcaba los cielos de la capital del Estado, con torreta y sirena abiertas y un oficial policiaco que pendía de un arnés de seguridad con fusil en mano, para disuadir o perseguir a los malhechores, y que soltaban muy de vez en cuando, seguramente cuando el precio de la turbosina lo permitía. ¿Todavía existe?. O ya ni en el inventario de entrega del exgobernador Mariano González Zarur.
O acaso tuvo la misma suerte de la otra aeronave que también llegó en el sexenio de Don Héctor Ortiz Ortiz y que según algunos bien enterados dicen que la desapareció físicamente el exasesor del entonces gobernador, Víctor Cánovas, quien, por cierto, es también asesor de la Gobernadora electa, Lorena Cuéllar.
Esas mismas fuentes citan que este personaje, oriundo del estado de Nayarit, quien se mantuvo a buen resguardo con el erario público tlaxcalteca, durante el sexenio panista, terminó prácticamente con dos terceras partes del transporte aéreo gubernamental, pues aunado a lo anterior, le achacan la pérdida del Learjet 23, matrícula XC-LGD. Basta recordar que en aquellos entonces, había dos helicópteros y un Jet, a disposición del gobierno del Estado.
Uno o unos, no recuerdo bien, fueron entregados en donación, y otro u otros, en renta o comodato; pero de lo que sí estoy seguro, es que el Learjet lo entregó, en cualquiera de las modalidades antes mencionadas, el Sistema de Administración y Enajenación de Bienes (SAE) de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) al gobierno del Estado.
La siguiente narrativa, aclaro, no es mía, pero se la comparto con mucho gusto amable lector. Dicen que, a principios del mes de diciembre de 2008, el multicitado asesor le pidió prestado el Learjet al Gobernador para hacer un viaje relámpago a su natal Nayarit, lugar dónde tendría verificativo, al parecer, una reunión familiar, con motivo de una boda. A lo que el mandatario estatal accedió sin ningún problema. Pues, argumentan, que no era la primera vez que otorgaba este beneficio a su consejero y amigo.
Y así ocurrió, el mismo día de la fiesta, el asesor gubernamental en compañía de su esposa e hijas, hicieron el vuelo de ida sin ningún contratiempo. Pero resulta que, en el vuelo de regreso, el día 7 de diciembre de 2008, los pilotos reportaron una falla en la aeronave, al parecer, no tan grave, que les permitía llegar a su destino.
Con el problema detectado, el aparato siguió surcando la bóveda celeste, desde el Occidente hasta llegar al centro del país, donde el funcionario estatal y su familia, avecindados en Puebla, allá por los rumbos de Angelópolis, decidieron bajar del Learjet en el aeropuerto de Huejotzingo. Por lo que los pilotos, hicieron el aterrizaje sin mayor problema, aproximadamente a las 18:00 horas, de ese fatídico día.
Una vez en tierra, -no tengo el dato exacto, si fue por indicaciones o porque así era el plan de vuelo-, los dos pilotos despegaron el Learjet una vez más para dirigirse al aeropuerto de Atlangatepec, Tlaxcala, donde tenía su hangar y seguramente le darían el mantenimiento que requería.
Pero al acercarse a su destino final, 20 o 30 minutos después de haber salido de Puebla, la falla anunciada por la tripulación del vuelo derivó en una catástrofe, ya que a escasos metros de la pista de aterrizaje cayó el Learjet, y junto con el aparato, su Capitán, Jesús Nicol Maytorena y el Copiloto Saúl Horacio Lara Hernández, quienes perdieron la vida en ese trágico accidente. No así, los pasajeros que tienen la fortuna de contar, cómo la muerte les tocó a su puerta, en aquel viaje familiar.
Algunas versiones o hipótesis oficiales de lo ocurrido señalaban, que el accidente se pudo derivar por la falta de visibilidad de los pilotos al acercarse a la pista por el mal clima; pero también, porque el aeropuerto de Atlangatepec no contaba con la iluminación requerida en la pista de aterrizaje; lo cierto es que, hasta donde yo recuerdo, no pudieron sacar el fuselaje del Jet de las profundidades de la laguna, por lo que no hay certeza ni de las versiones oficiales ni de la que yo le acabo de compartir.
Pero lo mejor será, que no me crean a mí, ni al relato que le acabo de hacer, porque puede tener muchas inconsistencias, datos inverosímiles o imprecisiones; mejor pregúntenle, al Ingeniero Sergio González Hernández, quien era Secretario de Gobierno en el sexenio Orticista, que conoce a detalle el tema, y la verdad de los hechos que mucho trató de maquillar, y quien por cierto, encabeza el “Equipo de Transición” de la Gobernadora electa, o bien, al protagonista de esta triste historia, el exasesor Orticista, exasesor Morenovallista y muy seguramente asesor Lorenista, que me aseguran, está más que puesto y a la espera de repetir sus hazañas en Tlaxcala.
En la Pira…
Que alguien le avise al Procurador General de Justicia, José Antonio Aquiahuac Sánchez, que ya llevó a Tlaxcala a lugares inimaginables en el rubro de “Inseguridad” por la escasa o nula persecución de los delitos, que él estaba obligado a realizar.
A ver si en su gira del adiós que esta haciendo por las agencias del Ministerio Público, lo incorpora como parte de su discurso de despedida, pues seguro estoy, se ha de sentir orgulloso de que la “Inteligencia Norteamericana” haya puesto al descubierto su “Torpeza” al frente de la representación social del Estado, por ser el logro más destacado que ha tenido en su carrera profesional.
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Que lejos quedaron esos días en los que nos podían visitar sin ninguna alerta criminal, la pareja presidencial de los Estados Unidos, Bill y Hillary Clinton, que tan a gusto estuvieron en la capital del Estado, donde además de loas, recibieron la calidez de este pueblo de guerreros y la fraterna hospitalidad de siempre.
Esa visita dejó ver lo mejor de Tlaxcala. Los Clinton se llevaron en su corazón a Tlaxcala y en la memoria a su gente. También uno que otro obsequio, como el bastón de mando de Tizatlán y las máscaras de Huehues, talladas en madera por artesanos locales.
Por cierto, la fotografía de ese par de tórtolos con las mencionadas máscaras le dio la vuelta al planeta entero, mientras que Tlaxcala, como lo tituló el periódico local ABC en su primera plana, “se convirtió en el ombligo del mundo”; por un día, por unas horas, por un instante. Pero así fue. ¡Que lejos esta ese Tlaxcala de mis amores!.
Debo de ser honesto, y es que líneas arriba mencioné que Bill y Hillary eran la feliz pareja, pero como muchas otras cosas en mi mente, por la edad, no estoy muy seguro de eso, pues no recuerdo si Mónica Lewinsky ya había puesto su cavidad bucal en dónde no-, en fin, lo que si fue un hecho es que pudimos ser los mejores anfitriones que México pudo ofrecer en su momento.
Bonitos recuerdos, ¿no?. Pero creo que todo cambió un poco antes de que llegaran a Tlaxcala las primeras escaleras eléctricas y de la aparición en escena del Nazareno ebrio de Contla. Y claro, se empeoró cuando Toño llego a la Procu. O al menos eso creo yo.
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Por cierto, amable lector, pongo a su disposición el correo electrónico entercerainstancia@gmail.com para recibir sus denuncias, dudas, sugerencias y comentarios; pues como siempre lo he dicho, este espacio, es suyo y para Usted y, nada me sería más grato, que mantenerme en contacto permanente con Usted que me hace el favor de brindarme su atención…Hasta la próxima.