Alfonso de la Rosa
En la Política mexicana el Poder de Poderes sigue siendo el Poder Ejecutivo, a pesar de la división de poderes establecida en nuestra Carta Magna, siempre ha existido un sometimiento del Poder Judicial y el Poder Legislativo al Poder Ejecutivo, en la lectura Nº LXVIII de “El Federalista”, Alexander Hamilton señaló que el Poder Judicial no tiene la bolsa ni la espada, sino solamente el juicio, por lo que no se debe temer al Poder Judicial, ya que los más grandes atropellos a los derechos y garantías provienen de los poderes políticos, hay que temerlo todo de la unión del Poder Judicial con cualquiera de los otros poderes del Estado.
Hago mención de lo anterior por lo ocurrido el día 1º de septiembre de 2020, en el 2º Informe de Gobierno del Presidente de la República -cuyo nombre no menciono, por eso de los derechos de autor, ya que como sabemos, tanto él como su esposa han registrado sus nombres ante el IMPI- ese día el inquilino del Palacio Nacional, dió su mensaje a la Nación, en el que dibujó un México que no corresponde con la realidad que millones de mexicanos están padeciendo; desempleo a grandes escalas, inseguridad, asesinatos, desapariciones y la contingencia sanitaria por el covid-19, temas que el presidente abordó de forma superficial, para enfocarse en lo que ha sido su eslogan no solo de campaña sino de gobierno, la corrupción de los gobiernos anteriores. En su mensaje dió un pequeño viso de división de poderes, cuando mencionó sobre la inasistencia del titular de la Fiscalía General de República y del Ministro Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, justificando la ausencia de ambos con las palabras siguientes: “Miren como han cambiado las cosas: invité al Fiscal general y al presidente de la Suprema Corte y no pudieron venir. Tienen la arrogancia de sentirse libres”.
Todo el discurso ha quedado hueco, sin sentido y de acuerdo a un análisis de SPIN- TCP (taller de comunicación política) el informe de 45 minutos incluyó 101 afirmaciones no verdaderas, a decir del presidente “ya no hay torturas, desapariciones o masacres” ni casos de corrupción, lo que contrasta con la realidad por los casos de corrupción que se han hecho públicos de personas cercanas a la Administración federal actual, no solo de funcionarios, sino el último caso, en el que se exhibe al hermano del presidente recibiendo “aportaciones” por parte de un alto funcionario de la actual Administración federal, el que además acababa de ser promovido para ser el responsable de toda la distribución de medicamentos, vacunas y equipos en el País.
Cuando las personas sufren de arrogancia, pero principalmente los políticos, es un síntoma muy peligroso, la arrogancia cega y nubla la visión, la persona arrogante no se da cuenta de sus errores y además no acepta que absolutamente nadie lo corrija o contradiga, el arrogante se justifica y lo justifican sus seguidores de forma clientelar, la arrogancia no tiene límites y es dañina para la Democracia ya que la pulveriza, la descompone y la convierte en una Demagogia.
No debemos olvidar nunca que el Poder dimana originalmente del Pueblo y quienes lo detentan temporalmente son servidores del Pueblo, el primer mandatario (presidente) no es como algunos piensan y creen que es el que manda primero, el primer mandatario es al que el Pueblo, que es el mandante, le ordena al primer mandatario lo que tiene que hacer, por lo tanto el mandatario (presidente) es el que hace lo que le manda el mandante (el pueblo), así de sencillo, hoy el Poder está depositado en un Partido Político y en una persona denominada titular del Poder Ejecutivo, pero éste no se manda sólo, por encima de él hay un Pueblo que hoy está cansado de que las cosas no hayan cambiado y de que la corrupción siga campeando en nuestro querido México.
Para que las cosas cambien hay una solución que está a nuestro alcance y se llama Participación Ciudadana, no dejemos en manos de unos cuantos (servidores públicos) lo que podemos hacer muchos, si queremos que las cosas cambien debemos empezar por nosotros y después por los demás, participemos más allá de las elecciones, exijamos en todo momento a las autoridades que rindan cuentas y si las personas a las que elegimos no cumplen con nuestras expectativas -no olvidemos que hoy está vigente la reelección o como la denominaron nuestros representantes elección consecutiva, tema que abordaremos en la próxima entrega- sancionémoslas con un voto de castigo, solo así las cosas cambiarán en nuestro País.
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