Enrique Gasga Ventura
Es desalentador, pero real el hecho de que aun cuando algún candidato a algún puesto de elección popular para la contienda de julio próximo sea a la presidencia de la República o a cualquier otro cargo, presentara la mejor de las propuestas para su gobierno de ningún modo podría resolver los grandes y quizá ni los pequeños problemas que actualmente enfrentamos los mexicanos y los tlaxcaltecas; esto simplemente porque la problemática actual no es de hace un sexenio o un trienio a la fecha; sino que está amalgamada desde hace muchas décadas sostenida por un sistema corrupto e impune ajeno al bien común, y al cual también pertenecen los candidatos.
Si algo nos ha mostrado el ejercicio de la política en todo el país no ha sido la búsqueda del bien común; sino la pugna por intereses de grupos de poder escondidos tras el emblema de algún partido político que por años han convertido a la política y a los puestos de gobierno en un arma que utilizan para saquear al país, y en su caso a las entidades federativas.
Otros grupos de poder son las grandes empresas la mayoría extranjeras que con el contubernio de muchas autoridades se han ido adueñando de los recursos del país a costa del trabajo mal remunerado de los empleados, y reduciendo de una manera preocupante el poder adquisitivo de la gente subiendo drásticamente los precios de todo tipo de productos.
Así mismo, está el grupo de la delincuencia organizada que ha encontrado desde hace muchas décadas un paraíso en todo el país con la incapacidad de las autoridades de frenar sus operaciones delictivas, y que hoy están sembrando el terror a través de la comisión de delitos como el narcotráfico, el secuestro, la extorsión, el robo de todo tipo, la trata de personas, entre otros.
En este sentido, uno de los aspectos más preocupantes para buscar una posible salida a este clima de injusticia e inseguridad, es que en muchísimos de estos casos están implicadas autoridades de gobierno de cualquier nivel; actualmente por ejemplo son aproximadamente una veintena los ex gobernadores señalados por la presunta comisión de delitos como fraude y desvío de recursos.
En la lista de ex gobernantes que han defraudado a su entidad y al país también hay alcaldes, legisladores y funcionarios de todos los niveles; y donde si bien el presidente de la República en turno no ha sido señalado como culpable de alguno de estos, u otros delitos, quizá sea porque no ha habido quien se atreva a investigarlos, o porque simplemente los que se ensucian las manos son otros, y con ello han podido salir librados sin ningún problema más allá de ganarse una imagen de rechazo generalizado.
En México la división de poderes es una falacia; así como los organismos autónomos; ya que a nivel federal el presidente sigue metiendo las manos en la elección de las cabezas de dichos poderes y organismos, y a nivel estatal se replica esto.
En parte por esto que en su momento Vargas Llosa llamó a México la “dictadura perfecta”, y por lo cual incluso tuvo que dejar el país en aquel tiempo.
Dicha dictadura a la fecha desde mi modesta opinión no se ha debilitado, al contrario quienes la han dirigido han sabido mantenerla dando entrada a un número mayor de políticos, gobernantes y empresarios para lograrlo, y lo cual al parecer les ha funcionado muy bien, y las ganancias obtenidas pueden ser de billones de pesos, mientras el mexicano común y corriente apenas vive con poco más de un salario mínimo Ofensivo.
En México y en todas las entidades federativas esta forma tiránica de gobierno está sujeta de un sistema sostenido por muchas manos que encabezan dichos grupos de poder cada uno a su vez controlando cada pieza de su grupo, y como resultado se puede decir que nada se mueve sin que sea autorizado, o permitido por el sistema.
Es así que elecciones van y elecciones vienen y la situación en todo el país es cada vez más terrible con una pobreza de decenas de millones de personas, con un saqueo de recursos impresionante, con una inseguridad extrema; así como con unos servicios muy deficientes por parte de las instituciones gubernamentales, con un impresionante desvío de recursos por parte de los gobernantes o sus funcionarios que casi nunca o nunca se castiga.
Y sin ser pesimista, De ganar: ¿Qué pueden hacer los candidatos a la presidencia de la República para solucionar dicha problemática?; ¿Y qué puede hacer cualquier candidato a gobernador, legislador federal o local, o alcalde para dar solución a los problemas de su demarcación?
La respuesta es sencilla: Nada, o casi nada. De ahí que quienes han ganado en elecciones pasadas, sólo se han limitado a mal administrar los recursos millonarios que las leyes permiten que muevan casi a su antojo, y cuya tentación de tomarlos para sí ha resultado más grande que su capacidad de enfrentar la problemática existente; y esa es la realidad que enfrentaran los candidatos que ganen.
Entonces, lo que nos podemos esperar tanto de los candidatos a la presidencia de la República como de los candidatos a algún otro puesto de elección popular rumbo a las elecciones de julio próximo, es nada, o casi nada, aunque seguramente ellos estarán haciendo sus promesas de que ahora sí las cosas pueden cambiar; pero que la realidad que se ve indica que no hay tal oportunidad.
Y es que el asunto para cambiar evidentemente es terminar con el sistema que nos rige, y este sistema no lo representa sólo un partido político; sino todas las fuerzas de las que ya se habló aparte del ejército, la marina, y las fuerzas internacionales que inciden en el país.
Evidentemente un solo hombre y su grupo político y de simpatizantes no lo pueden hacer, y esto no es pesimismo, sino la realidad de las cosas, y lamentablemente hasta el momento ningún candidato a la presidencia de la República ha mostrado algo que nos muestre que puede al menos tambalear al sistema.
Que habrá cambios después del primero de julio, claro que los habrá; pero que sean para beneficio de la comunidad en su conjunto no lo creo, no se miran, no hay propuestas que digan lo contrario, solo ideales, discursos huecos, ocurrencias y demagogia.
Y es que lo que más ha dañado a México han sido precisamente los malos políticos; el problema es que no se miran buenos políticos por ningún lado.
Por lo pronto las campañas políticas están a la puerta, y si no tengo razón de lo que he mencionado, espero que algún candidato demuestre lo contrario, no con discursos, sino con propuestas claras y viables que tambaleen al sistema, y sea el principio de su caída; pero más allá de palabras y “buenas” intenciones, aun no se mira algo positivo para México ni para sus entidades. Vamos a ver qué pasa en las próximas semanas.